EL RETO DE MERLÍN
Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano, un mago llamado Merlín reunióa todos los caballeros del lugar en los jardines del castillo real y lesdijo:-Hace tiempo que muchos de vosotros me pedís un reto. Algunos me habéis sugerido que organice un torneo entre todos los caballeros del reino. Otros habéis pedido que organice un concurso de destreza con la lanza y la espada.Sin embargo, voy a proponeros un reto diferente.La expectación entre los caballeros era máxima. Merlín continuó:-He sabido que en nuestro reino, en un plazo de siete lunas, nacerá el Trébol Mágico.Hubo entonces un revuelo, murmullos y exclamaciones entre los presentes.Algunos ya sabían a qué se refería, otros no. Merlín puso orden.-¡Calma, calma! Dejadme que os explique qué es el Trébol Mágico: es un trébol de cuatro hojas único, que proporciona al que lo posee un poder tambiénúnico: la suerte sin límites. Sin límite de tiempo ni límite de ámbito.Proporciona suerte en el combate, suerte en el comercio, suerte en el amor,suerte en las riquezas..¡suerte ilimitada!Los caballeros hablaban y hablaban entre ellos con gran excitación. Todosquerían encontrar el Trébol Mágico de cuatro hojas. Incluso algunos se pusieronen pie, lanzaron gritos de victoria e invocaron a los dioses.De nuevo, Merlín aplacó los murmullos y tomó la palabra:-¡Silencio! Aún no os he dicho todo. El Trébol Mágico de cuatro hojas naceráen el Bosque Encantado, más allá de las doce colinas, detrás del Valle delOlvido. No sé en qué rincón será, pero nacerá en algún lugar del bosque.Aquella excitación inicial se vino abajo. Primero se hizo el silencio y,a continuación, los suspiros de desánimo resonaron por los jardines delcastillo. Tal vez porque el Bosque Encantado era tan extenso como toda laparte del reino que estaba habitada. Se trataba de miles y miles de hectáreasde espeso bosque. ¿Cómo encontrar un minúsculo trébol de cuatro hojas entan extenso lugar? ¡Habría sido cien mil veces mejor buscar una aguja enun pajar! Por lo menos, ese sería un reto posible.Así pues, ante la dificultad de la empresa, la mayoría de los caballerosabandonaron el castillo real, mascullando quejidos de protesta y dirigiendomiradas de desaprobación a Merlín cuando pasaban junto a él.-Avísame cuando tengas algún reto que se pueda alcanzar -le decía uno.-Si hubiera sabido que se trataba de algo así, no me hubiera molestado envenir -añadía otro.-¡Vaya reto! ¿Por qué no nos has enviado a un desierto a encontrar un granode arena azul? ¡Habría sido más fácil! -le espetaba otro, con sorna.Uno tras otro, todos los caballeros salieron del jardín, se dirigieron alas cuadras y montaron sus caballos. Sólo dos se quedaron con Merlín.-¿Y bien? -preguntó entonces el mago-. ¿Vosotros no os vais?.Uno de ellos, que se llamaba Nott y llevaba una capa negra, respondió:-Sin duda es difícil. El Bosque Encantado es enorme. Pero sé a quién preguntar.Creo que podré encontrar el Trébol Mágico de cuatro hojas. El trébol serápara mi.El otro, que se llamaba Sid y llevaba una capa blanca, se mantuvo en silenciohasta que Merlín le dirigió una mirada escrutadora. Entonces dijo:-Si tú dices que el Trébol Mágico de cuatro hojas, el trébol de la suerteilimitada, va a nacer en el bosque, significa que es así. Creo en tu palabra.Por eso iré al bosque.Así pues, ambos caballeros partieron hacia el Bosque Encantado. Nott, ensu caballo negro. Sid, en su caballo blanco.De todos los caballeros, sólo dos aceptan el reto porque el bosque encantadoes enorme, el trébol es diminuto y no hay ninguna pista. Uno de los caballerosviste de blanco y se llama Sid, que es la afirmación, el sí, mientras queel otro prefiere el negro y se llama Nott, que es la negación.La historia es muy sencilla y se lee en menos de una hora. Los caballerosvan por el bosque encontrando toda una serie de personajes que son arquetiposmuy deliberadamente escogidos la roca...>, y cada uno va facilitando a los dos caballeros exactamentela misma información. Lo interesante es que reciben lo mismo, es decir,les dicen lo mismo cuando preguntan, aun así, la diferencia estriba en queel caballero negro sencillamente no hace nada, sino que espera a que otrosle traigan la buena suerte, mientras que el caballero blanco, en cambio,va pensando qué tiene que hacer con esa información para que la buena suertellegue.Es lógico imaginarse que, al final, el caballero blanco hallará el trébol.Sin embargo, no es así, no lo encuentra. Aunque no desvelaré el desenlace,sí puedo adelantar que al final hay un golpe dramático y una bruja que,como en todas las películas de Disney, pone la tentación. Creo que el finales lo que ha colocado el libro en más países, porque, si este libro terminaracon que el caballero blanco encuentra el trébol, no lo habrían compradoen ningún país. Es un final muy revelador, muy sorprendente, que nadie espera.Voy a desgranar a continuación las diez reglas de la buena suerte y a ilustrarlascon algunos ejemplos reales de científicos, deportistas, proyectos empresariales,etc. Esos ejemplos irán apoyando cada una de las tesis, ya que realmenteesto no es sólo una fábula de inspiración, sino que, por el contrario,
La Buena Suerte es un libro basado en varios años de lectura y de observación. La primera regla de la buena suerte establece que la suerte no dura demasiadotiempo porque no depende de uno, mientras que la buena suerte la crea unomismo, por lo que dura siempre. Hay un dato muy revelador que salió en un reportaje de Informe semanal, de Televisión Española. Se trataba de un reportajesobre varias personas a las que les había tocado la lotería y a las que,diez años después, volvían a visitar. Pues bien, el 90% de los premiadosestaba arruinado, o peor que antes o igual que al principio, y, además,peleado con todas sus familias.Es decir, la suerte, aunque llegue, no dura. Precisamente la gente a laque le toca la lotería ?que muchas veces es lo que todos deseamos? cae enla actitud de abandonarse al destino porque, cuando llueven muchos millonesde golpe, lo que se piensa es que ya no merece la pena hacer nada, ya querealmente no hay nada que dependa de uno. Esto hace que se adopte una actitudde abandono merced a la cual se gestiona muy mal esa gran suerte y se empiezaa depender sólo de la suerte.La segunda regla de la buena suerte dice que muchos son los que quierentener buena suerte, pero pocos los que decidimos ir a por ella.Aquí me gustaría hablar de tres cifras muy interesantes. La primera es unestudio que se hizo en Harvard en 1953 para el cual se entrevistó a todauna serie de estudiantes que ya se licenciaban. Se les preguntaba cuántosde ellos tenían claro lo que querían hacer para ir en pos de su meta, desus deseos. Sólo el 3% declaró que lo tenía claro frente al 97% restante,que aseguró que no lo había pensando, pero que ya lo iría viendo. Esa mismamuestra de estudiantes fue de nuevo entrevistada veinte años después, en1973, y se le pidió que enumerara todo lo que había podido acumular a escalapatrimonial, de prosperidad y de negocios. Pues bien, ese 3% que había contestadoque sabía lo que tenía que hacer o que, por lo menos, lo tenía claro y yalo había decidido aglutinaba nada más y nada menos que el 98% del valorde todo el grupo: un 3% concentraba el 98% de la riqueza de todo ese grupo.El segundo dato es un estudio elaborado también en Estados Unidos, dondeson muy propensos a este tipo de investigaciones. Corría el año 1960 y fuerealizado sobre 1.500 másters en administración de empresas. Se les preguntabaqué preferían: si ir primero en pos de su sueño y, después, ya cuando susueño o lo que ellos deseaban se hubiera cumplido, dedicarse a ganar dinero,o primero ganar mucho dinero y, después, ya cuando tuvieran dinero, hacerlo que les gustaba.No sorprenderá que el 83% respondiera que primero ganar dinero y, con eldinero ganado, hacer lo que a cada uno le gustaba, y que sólo el 17% confesaraque iría directamente a lo que era su sueño. Al cabo de veinte años, tambiénen 1980, entre esos 1.500 MBA había 101 multimillonarios, además, al menosde esos 101 multimillonarios, 100 estaban en el grupo de los que habíandicho que primero irían a por su sueño y después, si acaso, ya pensaríancómo ganar dinero. Esto nos indica realmente que hay que ir a por lo quedeseamos: eso es lo que trae la prosperidad .El tercer dato son dos cifras impresionantes, ambas provenientes de fuentespúblicas : 118.500 es la cifra de números de identificaciónfiscal nuevos, casi todos correspondientes a autónomos, profesionales liberaleso empresas. Voy a poner estos datos cerca de otra cifra, extraída esta vezdel Ministerio del Interior: 53.000 millones de apuestas de juego hechasen España pasando por una apuesta en la lotería primitiva>. Es decir, 53.000 mil millonesfrente a algo más de 100.000 iniciativas: una cosa es iniciativa, y otramuy distinta, apostar.Vayamos con la tercera regla, que sostiene que, si ahora no tienes buenasuerte, tal vez sea porque las circunstancias son lasde siempre. Para que la buena suerte llegue es conveniente crear nuevascircunstancias.Ahora bien, uno no puede crear nuevas circunstancias si no entiende muybien en qué circunstancias está anclado. ¿Y por qué muchas veces nos quedamosanclados? Sucede que el pensamiento humano es principalmente reproductivomás que productivo, es decir, tiende a reproducir patrones que ya conoce.Por eso, casi siempre que nos ponemos a dibujar un marciano, utilizamoslos patrones de una persona. Estamos tan habituados a anclarnos en las circunstanciasde siempre que pocos son los que dibujan algo así como una estrella de maro, más sencillo todavía, una circunferencia. Por el contrario, el pensamientoproductivo, que es el que intenta no tener en cuenta lo que conoce y partirde cero, es el pensamiento que más hace para que uno salga de sus circunstanciasactuales.Para salir de las circunstancias actuales es fundamental valorar positivamenteel error. Todos hemos recibido en herencia la educación propia de Occidente,que proviene de la tradición latina y griega, y que está fuertemente basadaen la crítica: pensamos que, corrigiendo lo que está mal, algo está bien.Gran parte del pensamiento occidental proviene de esta herencia. Sin embargo,los errores son una fuente de aprendizaje riquísima. Todos tenemos muchomiedo a equivocarnos, cuando en verdad equivocarse resulta fundamental.Quien no se equivoca no prospera ni progresa. El error es la clave del cambio,y tenemos que pasar a amar los errores y a fijarnos en ellos.Citaré el ejemplo de Charles Darwin. Él llevaba siempre consigo una libretitaen la cual apuntaba todo aquello que él no compartía o pensaba que no eracierto. Cuando oía un comentario con el que no estaba de acuerdo, rápidamentelo apuntaba. ¿Por qué? Porque el inconsciente es muy traicionero y tiendea apartar lo que no nos cuadra, y Darwin sabía que, si él se basaba sóloen lo que ya sabía y creía, sólo lograría continuar anclado en su paradigmaactual. Y sólo él podría sacar de su paradigma pensamientos que él no compartía.Fue en esa libreta compartía> donde se inspiró la teoría de la evolución. De hecho, en esalibreta hay hojas, reproducidas en muchos sitios, sobre las que están reflejadoslos primeros diagramas de la teoría de la evolución.Sin embargo, no hace falta que sea tan complicado. Por ejemplo, en el campodel deporte, concretamente en el salto de altura, hasta aproximadamente1968 se saltaba mediante la técnica de tijera o de rodillo ventral. Unode los atletas más célebres de la historia fue Dick Fosbury, quien inventóel Fosbury flop . Fosbury pensó más o menos lo siguiente:"Todo el mundo salta una valla de cara". Esto es imprescindible porque,sin tomar conciencia de algo tan sencillo , Fosburyno habría estado en condiciones de decidirse a ponerse de espaldas. El problemaes que nadie hasta entonces se planteaba que saltaba de cara. Realmente,cuando uno toma conciencia de las circunstancias en las que se encuentra,es muchísimo más fácil empezar a cambiarlas.Otro problema añadido es que, cuando uno empieza a introducir cambios, elresto del mundo lo observa con perplejidad, asombro e incredulidad. CuandoDick Fosbury empezó a saltar de espaldas recibió unas críticas durísimas,sin embargo, eso es lo que ha permitido llevar el salto de altura desde2,24, que era la marca en aquel año, a 2,45. Dick Fosbury fue un atletaque pasó a la historia y ganó la medalla a los Juegos Olímpicos. Sin embargo,es curioso que nunca superó el récord mundial ?que, por cierto, se habíaconseguido con la otra técnica de salto?. Dick Fosbury era un buen atleta,aunque no excepcional, puesto que no tenía las habilidades físicas suficientespara obtener una medalla. Sin embargo, ganó la medalla analizando previamentesus circunstancias.Aquí me gustaría aportar otro ejemplo sobre el error. Yo tengo una hijade tres años que se llama Blanca y que ahora está en la época de ir al parvulario.Como todas las niñas de su edad, va con la libreta y vuelve con los ejercicios.Pues bien, en cierta ocasión venía con un ejercicio que era una circunferenciaque tenía que pintar y me dijo: "Papá, no tengo que salirme de la raya".Yo respeté ese ejercicio porque mi hija tenía que adquirir esa habilidad,pero al mismo tiempo me disgustaba porque hay que plantearse qué sucedeporque se salga de la raya. Por eso, cuando ya no tenía que llevar más lalibreta al parvulario y la profesora no le iba a decir nada, hablé con mihija: "Blanca, ven para acá. Coge un bolígrafo. Ahora vamos a salirnos dela raya". Y me respondió: "El papá está loco". "Sí, Blanca, salte de laraya", dije yo.Y empezó a dibujar, primero con cierta timidez, pero poco a poco saliéndosede la raya. Y lo que era meramente un ejercicio de habilidad <"no debo salirme">se convirtió en otra cosa. Blanca empezó a ver cantidad de cosas. Empezóa decirme: "Papá, no es un círculo, es un ojo que llora". O me dijo: "Estoes el Sol". En definitiva, mi hija empezó a ver cantidades de cosas dondeantes lo único que veía era "no equivocarse".Aun así, ¿por qué nos da tanto miedo el error? Aquí entramos en un discursoque tiene que ver más con el riesgo. Sentimos mucha aversión al riesgo,cuando el riesgo es muchas veces la felicidad temida. La realidad es neutra,y, al final, el riesgo es una cuestión de percepción. Evidentemente, hayriesgos reales, pero sobre todo los riesgos relacionados con la toma dedecisiones son muchas veces cuestiónde percepción.Aportaré un dato: una de cada de tres personas tiene miedo a volar, y, sinembargo, sólo se cae uno de cada millón y medio de vuelos. El dato es apabullante:uno de cada tres con respecto a uno de cada millón y medio. La respuestapuede ser que se trata totalmente de una cuestión de percepciones. Yo teníabastante miedo a volar y seguí los consejos de un libro .Se trataba de empezar a imaginarse que uno está dentro de un avión y queel avión se estrella. A ese ejercicio había que dedicarle veinte minutosdiarios, imaginando con todo lujo de detalles cómo el avión entraba en barrena,se iban rompiendo los vidrios y los pasajeros gritaban. Me puse a ello losveinte minutos diarios de rigor durante dos semanas. Al final estaba harto,estaba cansado de pensarlo. Entonces me subí al avión, y, por supuesto,empezaron a venir los pensamientos de temor. Sin embargo, me daba tantapereza, que el miedo se esfumó. En definitiva, con el miedo ocurre que,cuando se le mira a los ojos, uno descubre que no hay nada detrás. O mejor:detrás del miedo hay deseo, y al miedo no hay que vencerlo, sino que hayque convencerlo. Y la única manera de convencerlo es dejarlo entrar dentrode uno.¿Más maneras de cambiar circunstancias actuales? Por ejemplo, en el terrenoempresarial me gustó muchísimo lo que se utiliza en Hewlett Packard. Parapoder salir de las circunstancias actuales en Hewlett Packard emplean latécnica siguiente. Por ejemplo, ante una propuesta como que la impresoraLaserJet debe bajar su precio un 70% y, además, el nuevo modelo que estáprevisto que tarde dos años se tiene que hacer en ocho meses, lo normales que el resto del comité directivo diga que es imposible. Ante ello, larespuesta que siempre se les da es ésta: "Bueno, eso es imposible bajo lascircunstancias en las que estamos. Eso es imposible porque la empresa estápensada para que eso sea imposible, por lo que pónganse ustedes a pensarcómo debería cambiar esta empresa para que eso sea posible". Entonces seponen a trabajar en cambiar la empresa para que esa locura que es un objetivoimposible sea posible. Pues bien, al cabo de un año consiguieron bajar un70% el precio de la impresora LaserJet.Entramos en la cuarta regla de la buena suerte, que es una de mis favoritas.Afirma que preparar las circunstancias para la buena suerte no significabuscar sólo el beneficio propio, sino que crear circunstancias para queotros ganen también atrae la buena suerte, que no es más que compartir.Pensemos, por ejemplo, en Bill Gates, que es considerado el hombre más ricodel mundo. Cuando busqué en Internet y miré la proporción de acciones deMicrosoft que tenía, me quedé de piedra al comprobar que Bill Gates, quefue el creador de la empresa, por lo que un día tuvo el 100% de las accionesen su poder, ya sólo tiene el 10%. Me di cuenta de que Bill Gates era elhombre más rico del mundo precisamente porque ya sólo tiene un 10%, es decir,porque ha cedido el 90%. Probablemente, si hubiera querido concentrar ese100%, ahora sería tan sólo un pequeño empresario de la Costa Este. Compartires importantísimo. Al final, la buena suerte es como el agua: si la dejasestancada, se pudre, cuando lo que necesita es fluir.Hay casos empresariales de este tipo buenísimos. Por ejemplo, Anita Roddick,que es la fundadora de Body Shop, la empresa de cosméticos de mayor crecimientodel Reino Unido y la más rentable. Una de las cosas que hace en sus tiendases pedir a todos los dependientes que piensen en una causa social que lespreocupe, y se compromete a que el 25% de los beneficios de esa tienda sedestine a esa causa social. Es uno de los comercios de mayor crecimiento.Los empleados que trabajan allí saben que, cada vez que venden un perfume,están contribuyendo a algo que les preocupa. Realmente, la sociedad tieneque cambiar en esa dirección, y ha de pasar del paradigma de la competiciónal paradigma de la colaboración, porque, si no, entre otras cosas estamosponiendo en peligro el futuro de este planeta.Otro caso muy interesante es la cadena de supermercados Mercadona, que aplicade forma impresionante políticas de recursos humanos basadas en compartir.Por ejemplo, los 39.000 empleados están en plantilla, en nómina y con contratofijo. Si un empleado muere, el cónyuge recibe el mismo salario de por vida.Los hijos, a los dieciocho años de edad, tienen derecho a un contrato depor vida al entrar en la empresa. Una de las políticas de la compañía esque todo el mundo viva a menos de quince minutos caminando, y tiene un departamentodedicado a tramitar y ayudar en el cambio de vivienda para que la gentedisponga de tiempo para sus hijos. Y lo más sorprendente es que, cuandoabren un nuevo supermercado, el local lo ponen a nombre de los empleados.Para pagarlo, piden un crédito y Mercadona firma un contrato de alquilerde veinticinco años pagando la renta media de aquella zona más medio punto,con lo cual la compra está garantizada. Los empleados que trabajan en esatienda saben que, al cabo de veinticinco años, el local será suyo. Mercadonapodría quedarse el local y obtener más beneficios, pero a través de esaforma de compartir está creando la cadena de supermercados nacional de mayorcrecimiento en este país, superando a todas las multinacionales francesas.Nos vamos ahora a la quinta regla, cuyo enunciado es el siguiente: si sedeja para mañana la preparación de las circunstancias, la buena suerte quizánunca llegue.Crear circunstancias requiere dar un primer paso, pero esta quinta reglanos obliga a algo más: hay que darlo precisamente hoy, es decir, no hayque postergar, sino perseverar. Algunos números, muy sorprendentes, revelanque la calidad es hija de la cantidad. Muchas veces, uno tiene el deseode escribir un libro de poesía o de montar un pequeño negocio o de cualquierotra iniciativa, pero lo quiere hacer tan bien a la primera que eso lo bloquea.Cuando se analiza a las personas más célebres, a las que han hecho las obrasmás brillantes, se llega a la conclusión de que son individuos que han desarrolladouna cantidad de creaciones totalmente brutal, y que fue la cantidad la queles trajo la calidad.Traeré a colación algunos datos. Por ejemplo, Thomas A. Edison, que fueel creador de la lámpara luminosa, del fonógrafo y de dos o tres inventosmás que se le conocen. Sin embargo, Edison tiene 1.903 patentes, un récordque nadie ha superado, aunque es conocido por unos pocos inventos. Es ciertoque algunas resultan verdaderamente absurdas, como aquel invento de guardarel hielo en los establos para que no se fundiera, ideas que no llegaronnunca a ningún sitio. No obstante, aunque muchas de ellas han pasado alolvido, detrás hay una historia de muchísimo perseverar. Cuando Edison inventóla bombilla, no le salió a la primera, sino que realizó más de mil intentos,hasta el punto de que uno de sus discípulos que colaboraba con él en eltaller le preguntó si no se desanimaba ante tantos fracasos. Y aquí entrade nuevo la cuestión de la percepción del error, porque Edison respondió:"¿Fracasos? No sé de qué me hablas. En cada descubrimiento me enteré deun motivo por el cual una bombilla no funcionaba. Ahora ya sé mil manerasde no hacer una bombilla". Ahí está esa actitud ante el error y el fracasoa la que antes me referí.Otro caso sensacional es Mozart. Se le conoce La flauta mágica, Don Giovanni,el Requiem, La Turca, que es la tercera parte de una sonata, La cancióninfantil, cuatro o cinco obras. Ahora bien, Mozart tiene más de seiscientascomposiciones compuestas desde los seis hasta los treinta y cinco años,edad a la que murió . Otro tanto sucede con Bach, a quien se lerecuerda por las Cantatas, los Preludios, las Variaciones Goldberg, cuandoBach tiene registradas 1.087 composiciones. Bach escribía cada semana unacantata. Es más: tenía preparadas en su mesita de noche una pluma y unapartitura porque decía que era en el momento en el que se despertaba cuandomiles de melodías confluían en su cabeza, por lo que, para no olvidarlas,rápidamente esbozaba las cuatro notas de aquella melodía.A Einstein se le conoce por la teoría de la relatividad y por el desarrollodel átomo, que llevó a la bomba atómica. En cambio, Einstein tiene 248 trabajospublicados con descubrimientos científicos. De Picasso se conocen por reglageneral siete u ocho cuadros, aunque Picasso realizó más de veinte mil dibujos.Picasso dijo en cierta ocasión lo siguiente: "Que la inspiración llegueno depende de mí, lo único que yo puedo hacer es que, cuando llegue, mecoja trabajando". Esta frase tan interesante habla de cómo el trabajo yla inspiración se comportan, en definitiva, de modo parecido a la formaen la que llega la buena suerte.Nos vamos a la sexta regla, que enseña lo siguiente: "Aun bajo las circunstanciasaparentemente necesarias, a veces la buena suerte no llega. Busca en lospequeños detalles circunstancias aparentemente innecesarias, pero imprescindibles".Hay que mimar el detalle. Muchísimos de los grandísimos descubrimientosde este siglo y del siglo anterior han llegado por pequeñísimos detallesque pasaban inadvertidos a muchas personas.Un ejemplo es el de Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina,quien estaba haciendo unos cultivos sobre la gripe y su bacteria, cuandode pronto creció moho. De todas formas, eso no era nada nuevo, ya que amuchos científicos les entraba oxígeno en los cultivos, o sencillamenteéstos envejecían. Cuando esto sucedía, el cultivo simplemente se teníanque desechar. Sin embargo, a Fleming se le ocurrió observar el moho bajoel microscopio, y pudo comprobar que toda el área de alrededor de la capade moho estaba libre de estafilococos. Siguió investigando y halló un mohoque llamó penicillium notatum, el cual empezó a ser toda la base de la penicilina.Fleming publicó su hallazgo en 1928, aunque nadie hizo caso. Sin embargo,con el tiempo la penicilina ha salvado millones de vidas. En una entrevista,le hablaban a Fleming sobre el descubrimiento, y él aseguraba que no locomprendía, porque decía que él no había hecho nada especial, salvo no ignoraraquella sugerente capa de moho. Es muy interesante esa reflexión: no ignorarlo que tantos científicos habían tenido en sus cultivos. A veces, los grandesdescubrimientos se esconden detrás de pequeños detalles, pero uno los vesolamente cuando tiene una actitud muy, pero que muy atenta. En definitiva,cuando mantiene la actitud adecuada.Abordemos la séptima regla, que señala que, a los que sólo creen en el azar,crear circunstancias les resulta absurdo, mientras que, a quienes se dedicana crear circunstancias, el azar no les preocupa. Muchas veces, cuando estamosante un proyecto personal o profesional para muchas personas, puede resultarabsurdo lo que estamos realizando. Y es muy curioso percibir que, cuandose habla con personas que están dentro de ese proyecto y que están muy convencidas,éstas no entienden que los otros lo vean absurdo.Hay un momento casi al final de la fábula de La Buena Suerte en el que losdos caballeros se encuentran en el bosque. El caballero blanco ha removidoun poco la tierra por si acaso naciera ahí el trébol, y entonces el caballeronegro se topa con él por casualidad. Es un punto del libro que a mucha gentele ha pasado muy desapercibido, pero resulta un momento clave porque, cuandouno está leyendo, piensa que el caballero blanco ya ha encontrando el trébol.Sin embargo, éste le dice al otro caballero que no tiene nada que temery que tiene la tierra y que he hecho llegar agua porque, a lo mejor, naceahí el trébol. Por su parte, el caballero negro no entiende nada y le preguntasi sabe realmente que ése es el sitio del trébol, a lo que el caballeroblanco responde que no. Entonces el caballero negro lo tacha de chaladopor pretender que ése sea el sitio donde va a nacer, sabiendo que el bosquees tan grande. En definitiva, le resulta totalmente absurda la posicióndel caballero blanco, quien, en cambio, dice que está haciendo lo que tieneque hacer. Y aunque durante los primeros días le parece un poco absurdotrabajar en un terreno donde no sabe si va a nacer el trébol o no, a medidaque van pasando los días cada vez le preocupa menos.¿Qué lectura hay que hacer de la forma de pensar del caballero blanco? Creoque la siguiente: muchas veces, alcanzar la satisfacción plena consisteen poner el resultado dentro del proceso. Muchas veces nos volcamos demasiadoen el resultado, es decir, según lo que obtengamos estaremos más o menoscontentos. Sin embargo, de esa manera nunca lo estamos del todo, porqueyo muchas veces me formulo la pregunta siguiente: ¿cuántos libros tengoque vender para ser feliz? Cada vez que me hago esta pregunta no llego aninguna cifra, y entonces, al final me doy cuenta de que lo que tengo quehacer es disfrutar de la promoción del libro, y de estar aquí, y de conocera gente. Hay que olvidarse del resultado, o mejor, poner el resultado dentrodel proceso: cuando esto sucede, a uno le parece absurdo que otros piensenque está dependiendo del azar, porque ya se está disfrutando.Nos vamos a la regla número ocho, que sentencia que nadie puede vender suerte.La buena suerte no se vende. Hay que desconfiar de los vendedores de suerte.Todos tenemos tantas ganas de hacer realidad nuestros anhelos que siemprehay un tipo listo que te ve con tantas ganas de éxito o de lograr tu sueñoque te lo pone en tus manos. Y te dice: "Yo tengo lo que tú necesitas parahacerte llegar hasta tu sueño". Y muchas veces caemos. ¿A cuántos de nosotrosnos han dicho eso de "Tengo un negocio formidable. Sólo un millón de pesetas.No se lo digas a nadie. Es un gran negocio?". Y después te enteras de queuno se metió en él y lo perdió todo. Ésos son los vendedores de suerte.Ante eso, uno ha de tener fe y ha de perseverar en su sueño.Hay casos de ventas de suerte impresionantes. Por ejemplo, Joseph Swan,un británico, es el inventor de la bombilla. Edison no inventó la bombilla,sino que lo hizo Joseph Swan, que no pasará a la historia porque sencillamenteno hizo más que una decena de intentos novecientos>. Lo que hizo Edison fue coger la bombilla de Swan, en la cualentraba oxígeno y los filamentos se quemaban, y trabajó con entrega hastaque consiguió un tipo de material con el cual el filamento no se quemara.Esto último fue labor de Edison, pero el invento de la bombilla correspondea Swan, que, sencillamente, no perseveró lo suficiente.Otro caso es el de Tim Paterson. Tim Paterson no es conocido, pero en cambiofue el programador del sistema operativo MS-DOS, que fue el primer productoque Bill Gates lanzó al mercado bajo Microsoft. De hecho, Bill Gates fuellamado por IBM, que le preguntó por alguien que hiciera software. BillGates propuso un programador que, sin embargo, rechazó la oferta porquele pedían una exclusiva, y volvieron de nuevo a Bill Gates. Éste dijo aTim Paterson ?que ya tenía un software? que se lo compraba por cincuentamil dólares, y sencillamente con unos cuantos cambios y dos semanas despuéslo vendía por millones de dólares a IBM. De todas maneras, y como ya heindicado, Bill Gates compartía. Bastante meses después dejó entrar a TimPaterson en su empresa y le dio acciones. De todos modos, cincuenta mildólares de 1982 probablemente no están mal, pero vendió bastante baratasu suerte. Es ahí hay donde también hay que tener cuidado.La novena regla mantiene que, cuando ya se han creado todas las circunstancias,hay que tener paciencia y no abandonar. Es decir, para que la buena suertellegue, confía. Sobre esta regla se pueden poner ejemplos muy curiosos.El primero es el de la política de Kellogs, el fabricante de cereales. CuandoKellogs entra en un país en el que la población no desayuna con cereales,lo que hace es invertir en publicidad, encargar anuncios que muestran cómolas familias desayunan con cereales. Desde luego, la gente no consume, yellos pierden dinero porque van haciendo sus campañas de publicidad sinque las ventas den para soportar esas campañas. No obstante, siguen y siguendurante normalmente diez años. Se ponen diez de años de inversión para lograrcambiar los hábitos de una población que tiene que pasar a desayunar concereales, que es como desayunan los estadounidenses, pero no como lo hacíamoshace unos años los europeos. El caso es que, cuando Kellogs logra cambiaresas costumbres, adquiere unas participaciones de mercado y unos nivelesde venta extraordinarios, y normalmente permanece en el liderazgo duranteun lapso de veinte a veinticinco años. Ahora bien, para eso han sido necesariosdiez años de inversión sin abandonar.Otro dato interesante nos lo proporciona la revista Forbes, donde leí unasentrevistas que mantuvieron con los principales millonarios americanos,a los que preguntaban cuántas veces se habían arruinado antes de hacersemillonarios. El número era sorprendente: antes de hacerse millonario, unmillonario americano se arruina 3,75 veces. Es decir, lo pierden todo yvuelven a empezar 3,75 veces, aunque, eso sí, probablemente aprendiendomucho de los errores.Veamos otro caso. Poca gente sabe que el post-it se inventó en 1968 porun ingeniero que se llamaba Spencer Silver. Este persona pensó inicialmenteque esa goma que pegaba mal, aplicada sobre papel, podía servir para crearcarteles de publicidad. Se podrían colocar en las universidades, en losteatros, etc., y después poder retirarlos sin tener que poner cola detrás,algo que resultaba muy engorroso. Sin embargo, no le veían potencial, yél estuvo doce años hablando con otros ingenieros con el fin de ver paraqué demonios podía servir el papelito con la cola que pegaba mal.Finalmente, la idea se le ocurrió a un compañero que trabajaba en la empresay que cantaba en la coral de su barrio. Resulta que esa persona marcabacon papelitos rotos los puntos de las canciones que tocaba cantar, comomuchos hacemos a veces con los libros. Sin embargo, sucedió que, en mitadde una representación, mientras cantaba en la coral, se le cayeron todoslos papelitos, y se volvió loco durante toda la misa buscando la canciónque tocaba cantar. Entonces se acordó del papelito amarillo: aquello podíaservir de puntos de libro. Así lo lanzaron inicialmente, y hoy día recibemuchas aplicaciones, hasta el punto de haberse convertido en uno de losmáximos éxitos empresariales del siglo XX. Aun así, poca gente sabe que,durante doce años, hubo una persona preguntando dentro de su empresa a quiénse le ocurría para qué podía servir aquel papelito amarillo que pegaba tanmal.La décima y última regla afirma que crear buena suerte es preparar las circunstanciasa la oportunidad. Ahora bien, la oportunidad no es cuestión de suerte ode azar, sino que la oportunidad siempre está ahí. Evidentemente, esto esdemasiado discutible para que yo lo pueda demostrar. Yo no puedo demostrarque el azar no existe: puede que yo salga de aquí y me caiga una piedraencima. Uno no puede negar el azar ?de hecho, el azar es parte de la vida?.El riesgo es vida. Si estuviera todo predeterminado, sería horroroso, sisupiéramos lo que va a pasar mañana, no tendría sentido vivir. He aquí lagran paradoja de la vida: saber que el azar es lo que nos da la vida, peroal mismo tiempo no cometer el error de abandonarnos a él.Sin embargo, lo que sí hay es muchísimas oportunidades. Recuerdo que encierta ocasión le preguntaron a Gabriel García Márquez cómo era posibleque a él le sucedieran tantas cosas asombrosas, y él respondió que le ocurríalo mismo que a todo el mundo, sólo que él aprovechaba las oportunidadesque pasaban por delante de él. Hay una teoría americana muy implantada quees la teoría de la oportunidad. Generalmente se dice que, hablando de negocios,lo contrario de "oportunidad" es "amenaza", pero a nosotros nos gusta decirque lo contrario de oportunidad no es amenaza, sino inoportunidad, que esno hacer lo que conviene en el aquí y en el ahora. Realmente, las amenazasexisten, pero lo que hay, y mucho, son inoportunidades.Todas las ideas que he explicado hasta ahora pueden sintetizarse de estaforma: crear buena suerte consiste, únicamente, en crear circunstancias.Hay una fórmula que nos gusta mucho, y que dice que i x d = r. Es decir:imaginación por deseo igual a realidad. Absolutamente todo lo que hay anuestro alrededor que sea material antes no estuvo, hubo un momento en el que no fue. Todo ha pasado por laimaginación y por el deseo de alguien. Por tanto, la creación de circunstanciases, al final, activar la imaginación y el deseo: entonces es cuando lasoportunidades aparecen.Terminaré haciendo una breve referencia a las desgracias. Las desgraciasestán ahí y no se pueden negar, la vida se compone de dolor y de sufrimiento,aparte de alegrías. Quizá el gran reto de vivir es averiguar la forma deintegrar el dolor y la desgracia para que la vida valga la pena.En este sentido, hay una historia que a mí me dejó conmovido. Es la historiade una chica norteamericana surfista de trece años. Iba para campeona desurf, pero hace dos meses un tiburón la derribó y la mordió. Le arrancótodo el brazo izquierdo. La chica consiguió volver a nado como buenamentepudo, y lograron salvarle la vida.Solamente dos semanas después de ponerse en pie, lo primero que dijo fueesto: "Quiero volver a la tabla de surf". Y su padre le preguntó: "Pero¿por qué?". Y ella respondió: "Porque me he dado cuenta de que lo que Diosme ha pedido en esta vida no es ser una campeona, sino demostrar a las mujeresque la superación es posible".La mentalidad de esta chica es una mentalidad verdaderamente ganadora: sedio cuenta, en definitiva, de que ese terrible dolor y esa terrible pérdidadeben ser el punto de partida para empezar a crear buena suerte.