Ser comprendido y comprender a los demás
¿Y si, al contrario de lo que pensamos, no tuviéramos tanta empatía ni supiéramos ponernos en el lugar del otro? Queremos ayudar a los demás, pero ¿sabemos hacerlo?
Cuando era estudiante de psicología, uno de mis más queridos profesores nos aconsejó a los alumnos algo que me quedó grabado: “Cuando una persona os explique sus problemas, no le digáis: ‘No te preocupes’. Ésas son las palabras más absurdas que podéis pronunciar”.
Nadie puede aportar una buena solución a un problema que no ha entendido. Es mejor escuchar antes de aconsejar
No te preocupes. ¿Qué pretendemos conseguir con esa frase? Lo paradójico del asunto es que esa expresión está cargada de nuestras mejores intenciones. No queremos que la persona que tenemos delante sufra y nos encantaría poder consolarla. Deseamos entender y ayudar a los demás, pero ¿sabemos hacerlo?
En muchas ocasiones creemos que tenemos mucha empatía y que sabemos ponernos en el lugar del otro. Lamentablemente, no siempre es así y, por eso, podemos incluso llegar a empeorar la situación. Imaginemos que una amiga nos cuenta que está fatal porque ha preparado una cena para sus familiares con mucha ilusión y finalmente la comida se ha quemado. Nosotros podemos encontrarlo una tontería. Nos ponemos en su lugar y pensamos que el suceso podría haberse convertido en una divertida anécdota para contar.
Esta hipotética situación nos muestra que a veces nos ponemos en el lugar del otro, pero ¡con nuestra forma de pensar! Sólo somos capaces de imaginarnos a nosotros mismos viviendo esa situación, pero no sintiendo lo mismo que la otra persona. Quizá su terrible desazón la hemos sufrido cuando un proyecto laboral se ha ido a pique. O, en general, cuando alguna de nuestras ilusiones se ha visto frustrada. Así que lo que deberíamos hacer es recordar en qué momentos hemos vivido una emoción similar y ponernos en el lugar de nuestra amiga con el corazón y no desde nuestros esquemas mentales.
Aunque normalmente se entiende la empatía como la capacidad de ponerse en la piel del otro, no es exactamente eso. De hecho, técnicamente se define como la capacidad de sentir, imaginar o experimentar las emociones o estados de ánimo de otra persona. Intentemos pues ponernos en la emoción del otro y no sólo en su situación.
Deberíamos esforzarnos para desarrollar la empatía. Ésta constituye una de las habilidades esenciales de la inteligencia emocional que Goleman demostró, a través de muchos estudios, cómo incidía en la felicidad. Incluso Howard Gardner, el cual defiende que poseemos ocho tipos de inteligencias en lugar de una, apunta a la empatía como una de ellas; la denomina: inteligencia interpersonal.
Uno de los puntos esenciales para desarrollar la empatía consiste en aprender a escuchar. Veamos cuatro aspectos a tener en cuenta:
1. Cuidado con los consejos
“Quien no haya sufrido lo que yo, que no me dé consejos” (Sófocles)
Estamos contando nuestro problema a alguien y cuando acabamos, o incluso antes, ya nos aconseja lo que debemos hacer. Antes de exponer aquello que nos afecta, probablemente hemos estado varias noches sin dormir, le hemos dado mil vueltas y todavía no sabemos cómo saldremos de la situación. Y la otra persona, ¡zas! En cuatro segundos ya tiene la solución. En ocasiones, la persona que aconseja está tan convencida de que su idea es acertada que incluso, aunque le aseguremos que ya la hemos aplicado, insistirá. Consejo: “Lo que tendrías que hacer es hablar con él”. Repuesta: “Claro que he hablado con él, ¡si no hago otra cosa!”. Repetición del consejo: “Es que no has hablado suficiente”.
Al tratar con alguien a quien queremos ayudar a resolver su problema, no olvidemos que habrá pensado mucho sobre cómo solucionarlo y que probablemente habrá emprendido varios caminos para lograrlo. Antes de sugerir soluciones, debemos preguntar sobre las posibilidades que se han barajado y los intentos de reparación emprendidos. Quizá nos sorprendamos y simplemente preguntando, la otra persona vea aspectos que antes no había tenido en cuenta y la solución se desprenda sola. Y sobre todo, recordemos que desde fuera todo se ve muy sencillo, pero por dentro no lo es tanto. Si lo fuera, nuestro interlocutor ya habría llegado a ella.
Convendremos que nadie puede aportar una buena solución a un problema que no ha entendido. Por ello, primero deberíamos entender y luego procurar que el otro se sienta comprendido. Si no es así, nuestro consejo caerá en saco roto. Nunca se sigue un consejo de alguien que no parece haber entendido la situación. Así que, no nos precipitemos en aconsejar, mejor escuchar y preguntar mucho antes de hacerlo.
No olvidemos dos puntos obvios. No sabemos si nuestro consejo será correcto, hemos de sugerirlo con precaución. Y segundo: los consejos no son órdenes, la otra persona tiene toda la libertad del mundo para no seguirlos.
Y tengamos muy en cuenta que, en muchas ocasiones, simplemente debemos abstenernos de aconsejar. Nuestro interlocutor quizá sólo quiere ser escuchado y comprendido.
2. Evitemos juzgar
“Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar” (André Malraux)
Juzgar es un acto casi automático. Si alguien nos cuenta el trance que está sufriendo, nuestro cerebro extrae conclusiones rápidas que suelen ser dicotómicas, con pocos matices, del tipo: ha actuado mal o ha actuado bien. Por suerte, con más tiempo solemos matizar, pero nuestra mente tiene estos arranques.
Cuando alguien nos describa alguna situación dura por la que está atravesando, agradecerá que nos pongamos en su nivel y que no la juzguemos. Algunas veces podemos pensar: Yo no hubiera cometido estos errores”. Es una actitud muy humana, necesitamos creer que somos menos vulnerables que los demás. Si tenemos esas ideas, la otra persona lo notará aunque no las verbalicemos. Frenar nuestros impulsos de juzgar y ser humildes ayudará a que los demás se sientan más cómodos y entendidos.
3. No relativicemos el problema del otro
“¿Quieres que sienta dolor por niños que mueren de hambre? Yo siento dolor por ellos. ¿Quieres que proteste contra las guerras que siguen en las montañas? Yo protesto. Pero el corazón tiene sus dolores privados: ni siquiera todas las grandes causas buenas de este mundo pueden impedir que llore por un amor perdido”
(Arnold Wesker, The four seasons)
Ante un amigo que comparte sus tristezas, podemos caer en la trampa de intentar que relativice: “Hay gente que está peor que tú”. Probablemente ya lo sabe, pero eso no le consuela. Incluso puede sentirse culpable por sentirse mal sabiendo que existen seres humanos que se encuentran muchísimo peor. Mejor será que permitamos a nuestro amigo que se queje y explote. A veces intentar relativizar es contraproducente.
4. Resumiendo: simplemente debemos comprender
“En tu relación con cualquier persona, pierdes mucho si no te tomas el tiempo necesario para comprenderla” (Rob Goldston )
La comprensión es un bálsamo muy potente. Las personas con las que más a gusto nos encontramos son las que nos comprenden. Si queremos que los demás se sientan cómodos y comprendidos por nosotros, simplemente escuchemos sin juzgar; no aconsejemos con tanta facilidad; permitamos cualquier emoción sin intentar relativizarla; y pongámonos no sólo en su piel, sino sobre todo en su corazón. Preguntémonos: ¿en estos momentos, quién necesita nuestra comprensión?
LIBROS
‘La asertividad para gente extraordinaria’, de E. Bach y A. Forés. Plataforma Editorial. Barcelona, 2008.
‘El arte de la felicidad’, del Dalai Lama y H. C. Cutler. Grijalbo. Barcelona, 1999.
PELíCULAS
‘Corazón salvaje’, de David Lynch.
‘Blade runner’, de Ridley Scott.
‘Adivina quién viene a cenar esta noche’, de Stanley Kramer.
‘Empatía-comprender mejor a los demás’, cuatro minutos de vídeo en YouTube con un mensaje que deberíamos tener siempre presente.
JENNY MOIX 25/10/2009 El País de Madrid
Cuando era estudiante de psicología, uno de mis más queridos profesores nos aconsejó a los alumnos algo que me quedó grabado: “Cuando una persona os explique sus problemas, no le digáis: ‘No te preocupes’. Ésas son las palabras más absurdas que podéis pronunciar”.
Nadie puede aportar una buena solución a un problema que no ha entendido. Es mejor escuchar antes de aconsejar
No te preocupes. ¿Qué pretendemos conseguir con esa frase? Lo paradójico del asunto es que esa expresión está cargada de nuestras mejores intenciones. No queremos que la persona que tenemos delante sufra y nos encantaría poder consolarla. Deseamos entender y ayudar a los demás, pero ¿sabemos hacerlo?
En muchas ocasiones creemos que tenemos mucha empatía y que sabemos ponernos en el lugar del otro. Lamentablemente, no siempre es así y, por eso, podemos incluso llegar a empeorar la situación. Imaginemos que una amiga nos cuenta que está fatal porque ha preparado una cena para sus familiares con mucha ilusión y finalmente la comida se ha quemado. Nosotros podemos encontrarlo una tontería. Nos ponemos en su lugar y pensamos que el suceso podría haberse convertido en una divertida anécdota para contar.
Esta hipotética situación nos muestra que a veces nos ponemos en el lugar del otro, pero ¡con nuestra forma de pensar! Sólo somos capaces de imaginarnos a nosotros mismos viviendo esa situación, pero no sintiendo lo mismo que la otra persona. Quizá su terrible desazón la hemos sufrido cuando un proyecto laboral se ha ido a pique. O, en general, cuando alguna de nuestras ilusiones se ha visto frustrada. Así que lo que deberíamos hacer es recordar en qué momentos hemos vivido una emoción similar y ponernos en el lugar de nuestra amiga con el corazón y no desde nuestros esquemas mentales.
Aunque normalmente se entiende la empatía como la capacidad de ponerse en la piel del otro, no es exactamente eso. De hecho, técnicamente se define como la capacidad de sentir, imaginar o experimentar las emociones o estados de ánimo de otra persona. Intentemos pues ponernos en la emoción del otro y no sólo en su situación.
Deberíamos esforzarnos para desarrollar la empatía. Ésta constituye una de las habilidades esenciales de la inteligencia emocional que Goleman demostró, a través de muchos estudios, cómo incidía en la felicidad. Incluso Howard Gardner, el cual defiende que poseemos ocho tipos de inteligencias en lugar de una, apunta a la empatía como una de ellas; la denomina: inteligencia interpersonal.
Uno de los puntos esenciales para desarrollar la empatía consiste en aprender a escuchar. Veamos cuatro aspectos a tener en cuenta:
1. Cuidado con los consejos
“Quien no haya sufrido lo que yo, que no me dé consejos” (Sófocles)
Estamos contando nuestro problema a alguien y cuando acabamos, o incluso antes, ya nos aconseja lo que debemos hacer. Antes de exponer aquello que nos afecta, probablemente hemos estado varias noches sin dormir, le hemos dado mil vueltas y todavía no sabemos cómo saldremos de la situación. Y la otra persona, ¡zas! En cuatro segundos ya tiene la solución. En ocasiones, la persona que aconseja está tan convencida de que su idea es acertada que incluso, aunque le aseguremos que ya la hemos aplicado, insistirá. Consejo: “Lo que tendrías que hacer es hablar con él”. Repuesta: “Claro que he hablado con él, ¡si no hago otra cosa!”. Repetición del consejo: “Es que no has hablado suficiente”.
Al tratar con alguien a quien queremos ayudar a resolver su problema, no olvidemos que habrá pensado mucho sobre cómo solucionarlo y que probablemente habrá emprendido varios caminos para lograrlo. Antes de sugerir soluciones, debemos preguntar sobre las posibilidades que se han barajado y los intentos de reparación emprendidos. Quizá nos sorprendamos y simplemente preguntando, la otra persona vea aspectos que antes no había tenido en cuenta y la solución se desprenda sola. Y sobre todo, recordemos que desde fuera todo se ve muy sencillo, pero por dentro no lo es tanto. Si lo fuera, nuestro interlocutor ya habría llegado a ella.
Convendremos que nadie puede aportar una buena solución a un problema que no ha entendido. Por ello, primero deberíamos entender y luego procurar que el otro se sienta comprendido. Si no es así, nuestro consejo caerá en saco roto. Nunca se sigue un consejo de alguien que no parece haber entendido la situación. Así que, no nos precipitemos en aconsejar, mejor escuchar y preguntar mucho antes de hacerlo.
No olvidemos dos puntos obvios. No sabemos si nuestro consejo será correcto, hemos de sugerirlo con precaución. Y segundo: los consejos no son órdenes, la otra persona tiene toda la libertad del mundo para no seguirlos.
Y tengamos muy en cuenta que, en muchas ocasiones, simplemente debemos abstenernos de aconsejar. Nuestro interlocutor quizá sólo quiere ser escuchado y comprendido.
2. Evitemos juzgar
“Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar” (André Malraux)
Juzgar es un acto casi automático. Si alguien nos cuenta el trance que está sufriendo, nuestro cerebro extrae conclusiones rápidas que suelen ser dicotómicas, con pocos matices, del tipo: ha actuado mal o ha actuado bien. Por suerte, con más tiempo solemos matizar, pero nuestra mente tiene estos arranques.
Cuando alguien nos describa alguna situación dura por la que está atravesando, agradecerá que nos pongamos en su nivel y que no la juzguemos. Algunas veces podemos pensar: Yo no hubiera cometido estos errores”. Es una actitud muy humana, necesitamos creer que somos menos vulnerables que los demás. Si tenemos esas ideas, la otra persona lo notará aunque no las verbalicemos. Frenar nuestros impulsos de juzgar y ser humildes ayudará a que los demás se sientan más cómodos y entendidos.
3. No relativicemos el problema del otro
“¿Quieres que sienta dolor por niños que mueren de hambre? Yo siento dolor por ellos. ¿Quieres que proteste contra las guerras que siguen en las montañas? Yo protesto. Pero el corazón tiene sus dolores privados: ni siquiera todas las grandes causas buenas de este mundo pueden impedir que llore por un amor perdido”
(Arnold Wesker, The four seasons)
Ante un amigo que comparte sus tristezas, podemos caer en la trampa de intentar que relativice: “Hay gente que está peor que tú”. Probablemente ya lo sabe, pero eso no le consuela. Incluso puede sentirse culpable por sentirse mal sabiendo que existen seres humanos que se encuentran muchísimo peor. Mejor será que permitamos a nuestro amigo que se queje y explote. A veces intentar relativizar es contraproducente.
4. Resumiendo: simplemente debemos comprender
“En tu relación con cualquier persona, pierdes mucho si no te tomas el tiempo necesario para comprenderla” (Rob Goldston )
La comprensión es un bálsamo muy potente. Las personas con las que más a gusto nos encontramos son las que nos comprenden. Si queremos que los demás se sientan cómodos y comprendidos por nosotros, simplemente escuchemos sin juzgar; no aconsejemos con tanta facilidad; permitamos cualquier emoción sin intentar relativizarla; y pongámonos no sólo en su piel, sino sobre todo en su corazón. Preguntémonos: ¿en estos momentos, quién necesita nuestra comprensión?
LIBROS
‘La asertividad para gente extraordinaria’, de E. Bach y A. Forés. Plataforma Editorial. Barcelona, 2008.
‘El arte de la felicidad’, del Dalai Lama y H. C. Cutler. Grijalbo. Barcelona, 1999.
PELíCULAS
‘Corazón salvaje’, de David Lynch.
‘Blade runner’, de Ridley Scott.
‘Adivina quién viene a cenar esta noche’, de Stanley Kramer.
‘Empatía-comprender mejor a los demás’, cuatro minutos de vídeo en YouTube con un mensaje que deberíamos tener siempre presente.
JENNY MOIX 25/10/2009 El País de Madrid
Sábado 31/10 Taller de aprender a aprender en Barcelona
Talleres de Sensibilización para la Comunicación y las Habilidades Sociales.
Orientado a mejorar el nivel de comunicación interpersonal y desarrollar las habilidades sociales en las relaciones familiares, amistosas y laborales.
Mejorar nuestro Compromiso
Adquirir un mayor compromiso consigo mismo.
Identificación de conflictos y comportamientos limitantes.
Reconocer las consecuencias de nuestras elecciones.
Temas
• La realidad y nuestras creencias
• Comunicación Efectiva. Capacidad de Escucha
• Comunicación verbal. Lenguaje Corporal
• Inteligencia Emocional y Canalización de los sentimientos
• Autoconocimiento y Autoestima
• Valores y Relaciones Humanas
• Creatividad para la Vida Cotidiana
Programa: Sábado 31 de octubre
Identificación de conflictos y comportamientos limitantes.
Reconocer las consecuencias de nuestras elecciones.
Aprender comportamientos más efectivos.
Identificar todas las alternativas disponibles.
" Sómos nosotros los que creamos, provocamos y permitimos todo lo que nos ocurre en nuestra vida"
Reconocer el poder de una actitud positiva en la vida.
Creer en algo puede ser mortal. Parábola sufí de I. Shah
En un lejano país había un señor feudal, cuyo poderío sólo era equiparable a su crueldad. En su territorio imperaba su ley y a los campesinos les estaba prohibido hasta mencionar su nombre. El pueblo vivía oprimido por los alguaciles que él designaba y agobiado por los recaudadores de impuestos, que les quitaban las pocas monedas que podían obtener vendiendo sus cosechas, sus vinos o sus trabajos manuales.
Nolav, que así se llamaba el señor, tenía un poderoso ejército del que cada tanto surgían algunos jóvenes oficiales que intentaban algún motín para derrocarlo... Pero el Tirano doblegaba todos esos intentos a sangre y fuego. .......... ..... El sacerdote del pueblo era tan bondadoso, como malvado el gobernante. Un hombre respetuoso de su fe y que dedicaba su vida a ayudar a otros y a enseñar lo mucho que sabía.
Vivían con él en su casa 15 a 20 discípulos, que seguían su camino y aprendían de cada gesto y de cada palabra de su maestro.
Un día, después de la oración matinal, reunió a sus discípulos y les dijo:
—Hijos míos, debemos ayudar a nuestro pueblo. Ellos podrían luchar por su libertad, pero el Señor de la Tierra les ha hecho creer que tiene demasiado poder para que los hombres y mujeres se animen a enfrentarlo. El miedo por Nolav ha crecido con ellos y a menos que hagamos algo, morirán esclavos.
—Lo que tú digas será hecho –contestaron al unísono.
—¿Aunque cueste la vida de ustedes? –preguntó.
—¿Qué es la vida si uno, pudiendo ayudar a su hermano, no lo hace? –contestó uno de los discípulos que hablaba como vocero de todos.
Llegó el día quinto del tercer mes. Ese día se festejaba en el palacio el cumpleaños del amo. Y por única vez en el año, el Señor de la Tierra paseaba en su carruaje y por el pueblo.
Rodeado por una fuerte custodia y ataviado con trajes bordados en oro y piedras preciosas, Nolav empezó su paseo esa mañana.Había un bando que ordenaba que todos los campesinos debían postrarse ante el paso del carruaje real, en señal de respeto.
Para sorpresa de todos, a pocas cuadras del palacio el carruaje pasó por una calle y uno de los súbditos permaneció de pie a su paso. Los guardias lo detuvieron inmediatamente y lo llevaron ante el Señor.
—¿No sabes que debes inclinarte?
—Lo sé, Alteza.
—E igual no lo hiciste.
—No lo hice.
—¿Sabes que te puedo condenar a muerte?
—Eso espero, Alteza.Nolav se sorprendió de la respuesta, pero no se intimidó.
—Bien, si esta es la forma en que quieres morir, al atardecer el verdugo se ocupará de tu cabeza.
—Gracias, mi señor –dijo el joven y se arrodilló sonriente.
De entre la multitud, alguien gritó.
—Mi Señor, mi Señor, ¿puedo hablar?El dictador le permitió acercarse.
—Dime.
—Permitidme mi señor que sea yo y no él, el que muera el día de hoy.
—¿Estás pidiendo ser ejecutado en su lugar?
—Sí Señor, por favor, siempre os fui fiel. Permitídmelo, por favor
El amo se sorprendió y preguntó al condenado:
—¿Es tu familiar?
—Jamás lo vi en mi vida. No le permitas reemplazarme, la falta es mía y es mi cabeza la que debe rodar.
—No, Alteza, la mía.
—No, la mía.
—La mía.
—Silencio –gritó el Señor— puedo complaceros a los dos.Ambos serán decapitados.
—Bien, Majestad, pero por ser el primer condenado creo que tengo derecho de ser el primero.
—No, Señor ese privilegio me pertenece a mí, que ni siquiera he ofendido a su Alteza.
—Basta ya, ¿qué es esto? –gritó Nolav—. Callaos y os concederé el privilegio de ser ejecutados a la vez, hay más de un verdugo en esta tierra.
Una voz se alzó entre la multitud.
—En ese caso, Señor, yo también quiero estar en la lista.
—Y yo, Señor.
—Y yo.
¡El Señor feudal estaba atónito!No entendía qué estaba pasando.Y si había algo que ponía de mal humor al dictador era que sucediera algo sin que él pudiera entenderlo.Cinco jóvenes sanos pidiendo ser decapitados era algo incomprensible.
Entrecerró los ojos para reflexionar.En pocos segundos tomó una decisión. No quería que sus súbditos pensaran que le temblaba el pulso.¡Serían cinco los verdugos!Pero cuando abrió los ojos y miró a la gente reunida, ya no eran cinco sino más de diez las voces de los que reclamaban ser ejecutados y las manos seguían levantándose.Esto era demasiado para el poderoso Señor Feudal.
—¡Basta! –gritó— se suspenden todas las ejecuciones hasta que yo decida quiénes van a morir y cuándo.Entre las protestas y los reclamos de los que querían morir, el carruaje regresó al palacio.
Una vez allí, Nolav se encerró en sus habitaciones y se dedicó a pensar sobre el tema.De pronto. Se le ocurrió una idea.Mandó a traer al sacerdote. Él debía saber algo sobre esa locura colectiva.
Rápidamente salieron a buscar al anciano y lo trajeron ante el Señor Feudal.
—¿Por qué tu pueblo se pelea por ser ejecutado?El anciano no respondió.
—¡Responde!Silencio.—Te lo ordeno.Silencio.
—No me desafíes. ¡Tengo maneras de hacerte hablar!Silencio.
El anciano fue llevado a la sala de torturas y sometido a los peores tormentos por horas, pero se negó a hablar.El tirano mandó a sus guardias al templo a buscar a algunos de sus discípulos.Cuando estuvieron allí, les mostró el cuerpo dañado del maestro y les preguntó:
—¿Cuál es la razón de que los hombres quieran ser ejecutados?Con un hilo de voz, el anciano sacerdote gritó:
—¡Les prohibo hablar!
El Señor de la Tierra sabía que no podría amenazar con la muerte a ninguno de los que allí estaban, así que les dijo:
—Haré sufrir a tu maestro los peores dolores que un hombre ha concebido. Y los obligaré a presenciarlo. Si aman a este hombre, díganme el secreto y luego todos podrán irse.
—Está bien –dijo uno de los discípulos.
—Cállate –dijo el anciano.—Continúa –dijo Nolav.
—Si alguien muere ejecutado en el día de hoy... –empezó el discípulo...
—Cállate –repitió el anciano—. Maldito seas de tu pueblo si revelas el secreto...El Señor hizo un gesto y el viejo recibió un golpe que lo dejó inconsciente
—Sigue –ordenó.
—El primer hombre que muera ejecutado en el día de hoy, después de la puesta del sol, se volverá inmortal.—¿Inmortal? ¡Mientes! –dijo Nolav
.—Está en las Escrituras –dijo el joven, y abriendo un libro que traía en su bolso, leyó el párrafo que lo confirmaba.¡Inmortal!, pensó el Señor Feudal.
Lo único que el dictador temía era la muerte y aquí estaba la posibilidad de vencerla. Inmortal, pensó.El Señor no dudó un momento, pidió papel y pluma y ordenó su propia ejecución.
Todos fueron echados del palacio y al caer el sol, Nolav fue ejecutado según su orden.El pueblo se libró así de su opresor y se levantó a luchar por su libertad.
Algunos meses después, todos eran libres.Al señor Feudal, nunca más nadie lo mencionó, salvo la noche de su ejecución en que los discípulos, mientras curaban las heridas de su maestro, recibían de él su bendición, por haber arriesgado sus cabezas y también su felicitación por esas maravillosas actuaciones.
—¿Por qué, Demián, el Señor Feudal creyó una mentira como esa?
¿Por qué fue capaz de ordenar su propia ejecución, por una historia que le contaban sus enemigos?
¿Por qué cayó en la trampa del maestro?
Hay una sola respuesta:ÉL QUERÍA CREERLO
El quería pensar que era cierto.
—Y ésta, Demi, es una de las verdades más increíblemente movilizadoras que yo haya conocido en toda mi vida. Creemos algunas mentiras por muchas razones, pero sobre todo porque queremos creerlas.
¿Por qué te enroscas en el que TE miente?, preguntabas el otro día.
¡Te enroscas porque tú quisieras creer que lo que te dice es cierto! –contestó su propia pregunta.
NADIE TIENE MÁS POSIBILIDADESDE CAER EN UN ENGAÑO
QUE AQUEL A QUIEN LA MENTIRALE AJUSTA CON SUS DESEOS.
Nolav, que así se llamaba el señor, tenía un poderoso ejército del que cada tanto surgían algunos jóvenes oficiales que intentaban algún motín para derrocarlo... Pero el Tirano doblegaba todos esos intentos a sangre y fuego. .......... ..... El sacerdote del pueblo era tan bondadoso, como malvado el gobernante. Un hombre respetuoso de su fe y que dedicaba su vida a ayudar a otros y a enseñar lo mucho que sabía.
Vivían con él en su casa 15 a 20 discípulos, que seguían su camino y aprendían de cada gesto y de cada palabra de su maestro.
Un día, después de la oración matinal, reunió a sus discípulos y les dijo:
—Hijos míos, debemos ayudar a nuestro pueblo. Ellos podrían luchar por su libertad, pero el Señor de la Tierra les ha hecho creer que tiene demasiado poder para que los hombres y mujeres se animen a enfrentarlo. El miedo por Nolav ha crecido con ellos y a menos que hagamos algo, morirán esclavos.
—Lo que tú digas será hecho –contestaron al unísono.
—¿Aunque cueste la vida de ustedes? –preguntó.
—¿Qué es la vida si uno, pudiendo ayudar a su hermano, no lo hace? –contestó uno de los discípulos que hablaba como vocero de todos.
Llegó el día quinto del tercer mes. Ese día se festejaba en el palacio el cumpleaños del amo. Y por única vez en el año, el Señor de la Tierra paseaba en su carruaje y por el pueblo.
Rodeado por una fuerte custodia y ataviado con trajes bordados en oro y piedras preciosas, Nolav empezó su paseo esa mañana.Había un bando que ordenaba que todos los campesinos debían postrarse ante el paso del carruaje real, en señal de respeto.
Para sorpresa de todos, a pocas cuadras del palacio el carruaje pasó por una calle y uno de los súbditos permaneció de pie a su paso. Los guardias lo detuvieron inmediatamente y lo llevaron ante el Señor.
—¿No sabes que debes inclinarte?
—Lo sé, Alteza.
—E igual no lo hiciste.
—No lo hice.
—¿Sabes que te puedo condenar a muerte?
—Eso espero, Alteza.Nolav se sorprendió de la respuesta, pero no se intimidó.
—Bien, si esta es la forma en que quieres morir, al atardecer el verdugo se ocupará de tu cabeza.
—Gracias, mi señor –dijo el joven y se arrodilló sonriente.
De entre la multitud, alguien gritó.
—Mi Señor, mi Señor, ¿puedo hablar?El dictador le permitió acercarse.
—Dime.
—Permitidme mi señor que sea yo y no él, el que muera el día de hoy.
—¿Estás pidiendo ser ejecutado en su lugar?
—Sí Señor, por favor, siempre os fui fiel. Permitídmelo, por favor
El amo se sorprendió y preguntó al condenado:
—¿Es tu familiar?
—Jamás lo vi en mi vida. No le permitas reemplazarme, la falta es mía y es mi cabeza la que debe rodar.
—No, Alteza, la mía.
—No, la mía.
—La mía.
—Silencio –gritó el Señor— puedo complaceros a los dos.Ambos serán decapitados.
—Bien, Majestad, pero por ser el primer condenado creo que tengo derecho de ser el primero.
—No, Señor ese privilegio me pertenece a mí, que ni siquiera he ofendido a su Alteza.
—Basta ya, ¿qué es esto? –gritó Nolav—. Callaos y os concederé el privilegio de ser ejecutados a la vez, hay más de un verdugo en esta tierra.
Una voz se alzó entre la multitud.
—En ese caso, Señor, yo también quiero estar en la lista.
—Y yo, Señor.
—Y yo.
¡El Señor feudal estaba atónito!No entendía qué estaba pasando.Y si había algo que ponía de mal humor al dictador era que sucediera algo sin que él pudiera entenderlo.Cinco jóvenes sanos pidiendo ser decapitados era algo incomprensible.
Entrecerró los ojos para reflexionar.En pocos segundos tomó una decisión. No quería que sus súbditos pensaran que le temblaba el pulso.¡Serían cinco los verdugos!Pero cuando abrió los ojos y miró a la gente reunida, ya no eran cinco sino más de diez las voces de los que reclamaban ser ejecutados y las manos seguían levantándose.Esto era demasiado para el poderoso Señor Feudal.
—¡Basta! –gritó— se suspenden todas las ejecuciones hasta que yo decida quiénes van a morir y cuándo.Entre las protestas y los reclamos de los que querían morir, el carruaje regresó al palacio.
Una vez allí, Nolav se encerró en sus habitaciones y se dedicó a pensar sobre el tema.De pronto. Se le ocurrió una idea.Mandó a traer al sacerdote. Él debía saber algo sobre esa locura colectiva.
Rápidamente salieron a buscar al anciano y lo trajeron ante el Señor Feudal.
—¿Por qué tu pueblo se pelea por ser ejecutado?El anciano no respondió.
—¡Responde!Silencio.—Te lo ordeno.Silencio.
—No me desafíes. ¡Tengo maneras de hacerte hablar!Silencio.
El anciano fue llevado a la sala de torturas y sometido a los peores tormentos por horas, pero se negó a hablar.El tirano mandó a sus guardias al templo a buscar a algunos de sus discípulos.Cuando estuvieron allí, les mostró el cuerpo dañado del maestro y les preguntó:
—¿Cuál es la razón de que los hombres quieran ser ejecutados?Con un hilo de voz, el anciano sacerdote gritó:
—¡Les prohibo hablar!
El Señor de la Tierra sabía que no podría amenazar con la muerte a ninguno de los que allí estaban, así que les dijo:
—Haré sufrir a tu maestro los peores dolores que un hombre ha concebido. Y los obligaré a presenciarlo. Si aman a este hombre, díganme el secreto y luego todos podrán irse.
—Está bien –dijo uno de los discípulos.
—Cállate –dijo el anciano.—Continúa –dijo Nolav.
—Si alguien muere ejecutado en el día de hoy... –empezó el discípulo...
—Cállate –repitió el anciano—. Maldito seas de tu pueblo si revelas el secreto...El Señor hizo un gesto y el viejo recibió un golpe que lo dejó inconsciente
—Sigue –ordenó.
—El primer hombre que muera ejecutado en el día de hoy, después de la puesta del sol, se volverá inmortal.—¿Inmortal? ¡Mientes! –dijo Nolav
.—Está en las Escrituras –dijo el joven, y abriendo un libro que traía en su bolso, leyó el párrafo que lo confirmaba.¡Inmortal!, pensó el Señor Feudal.
Lo único que el dictador temía era la muerte y aquí estaba la posibilidad de vencerla. Inmortal, pensó.El Señor no dudó un momento, pidió papel y pluma y ordenó su propia ejecución.
Todos fueron echados del palacio y al caer el sol, Nolav fue ejecutado según su orden.El pueblo se libró así de su opresor y se levantó a luchar por su libertad.
Algunos meses después, todos eran libres.Al señor Feudal, nunca más nadie lo mencionó, salvo la noche de su ejecución en que los discípulos, mientras curaban las heridas de su maestro, recibían de él su bendición, por haber arriesgado sus cabezas y también su felicitación por esas maravillosas actuaciones.
—¿Por qué, Demián, el Señor Feudal creyó una mentira como esa?
¿Por qué fue capaz de ordenar su propia ejecución, por una historia que le contaban sus enemigos?
¿Por qué cayó en la trampa del maestro?
Hay una sola respuesta:ÉL QUERÍA CREERLO
El quería pensar que era cierto.
—Y ésta, Demi, es una de las verdades más increíblemente movilizadoras que yo haya conocido en toda mi vida. Creemos algunas mentiras por muchas razones, pero sobre todo porque queremos creerlas.
¿Por qué te enroscas en el que TE miente?, preguntabas el otro día.
¡Te enroscas porque tú quisieras creer que lo que te dice es cierto! –contestó su propia pregunta.
NADIE TIENE MÁS POSIBILIDADESDE CAER EN UN ENGAÑO
QUE AQUEL A QUIEN LA MENTIRALE AJUSTA CON SUS DESEOS.
El arte de decir no
Cuanto nos cuesta decir que NO, mi principal debilidad es no saber decir No. Les dejo la nota de Mayte Rius aparecida en EL PERIODICO de Catalunya el día 10/10/09
Ante cualquier pregunta o solicitud, tan legítimo es decir sí como decir no. En cambio, el primero está mejor considerado, y muchas veces acabamos dando un sí cuando queremos decir no
¿Por qué? ¿Tan difícil es ser fieles a nuestra idea o deseos?
El jefe te encarga una tarea que no te compete y, además, diez minutos antes de que finalice tu jornada. ¡Hoy que habías quedado al salir del trabajo…! Pero en lugar de explicarle que no puedes, aceptas la tarea. Ayer fue tu madre quien te llamó diciendo que se pasaría a última hora por tu casa para enseñarte unas fotos y cenar contigo y, aunque tenías otros planes, quedaste con ella. Anteayer, un amigo te pidió un favor. Era el quinto en el mismo mes, pero volviste a decir que sí. Y el sábado fuiste incapaz de decir que no a tu pareja cuando te propuso salir a cenar y a bailar aunque lo que realmente deseabas era quedarte en casa leyendo. ¿Por qué anteponemos las necesidades y deseos de los otros a los nuestros?
"Por miedo a ser rechazados", responde Anna Forés, profesora de la Universitat de Barcelona y coautora, con Eva Bach, del libro La asertividad (Plataforma). Y es que, aunque tengamos tanto derecho a responder sí como no, el sí está mucho más prestigiado. Desde pequeños nos plantean las preguntas esperando que digamos sí: ¿Hiciste lo que te mandé? ¿Quieres a la abuelita?; y nos transmiten que el no está mal considerado: "Tienes un no para todo", "Siempre dices no, eres un negativo". Todo ello va calando y uno acaba por considerar que hay que decir sí para complacer a los demás y que dar un no por respuesta es contrariarlos y provoca rechazo. Este convencimiento se intensifica en la adolescencia por ser una etapa donde la identidad está muy vinculada a la socialización, al grupo, y se va reafirmando de adultos, de manera que, con mucha frecuencia, cuando uno quiere decir no, acabe diciendo sí o que se sienta mal diciendo no.
"Los humanos tenemos tendencia a la empatía, a sentir lo que sienten los demás, y la activación empática nos lleva a decir que sí, a no contrariar; y esa empatía es beneficiosa si enseñamos también dónde están sus límites, dónde comienza el abuso, dónde acaba la broma y empieza la burla, dónde está el límite del trabajo, dónde de la comida, dónde acaba el amor y empieza el maltrato…", comenta María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Universidad Complutense. "Con frecuencia es más fácil decir que sí porque un no implicaría entrar en conflicto con otra persona y, como son peticiones pequeñas, creemos que no vale la pena", justifica Juan Antonio Moriano, profesor de Psicología Social de la UNED. Y explica que esta situación se da con mucha frecuencia en las relaciones familiares, porque la familia se basa en la reciprocidad de favor por favor, y al no decir no te vas encadenando.
Claro que también hay diferencias culturales, porque hay sociedades más individualistas que otras. "Hay culturas muy colectivistas, donde la persona está al servicio del grupo, como la árabe o la japonesa, y otras más individualistas donde la persona tiene más fuerza y está menos condicionada por las relaciones familiares", apunta Moriano. La asimetría entre el sí y el no en culturas como la japonesa se manifiesta incluso en el lenguaje, con un repertorio más amplio de afirmaciones que de negaciones. "No tenemos muchas expresiones para el no porque no queremos decir no directamente, preferimos utilizar otras maneras, por educación; si el jefe nos pregunta si nos podemos quedar más tiempo en la oficina, nunca diremos que no, lo que explicaremos es que a determinada hora tenemos que estar en otro sitio", explica la nipona Mikiko Tokumatsu, del departamento de Cultura y Exposiciones de Casa Àsia en Barcelona.
Pero también dentro de una misma sociedad hay personas a las que les cuesta más que a otras dar un no por respuesta por miedo a herir al otro, aunque ello suponga hacerse daño a sí mismos. Depende de las habilidades sociales y competencias emocionales de cada uno, especialmente de su grado de asertividad, que es la habilidad para expresar nuestros pensamientos, sentimientos y creencias sin sentirnos culpables y respetando la opinión de los otros. Los psicólogos contraponen a las personas asertivas a las agresivas (las que van exigiendo que las digan que sí) y las pasivas (siempre anteponen los deseos de los otros). Juan Antonio Moriano lo explica con un ejemplo muy gráfico: "Imagina que entras en un bar y pides una Fanta de naranja pero el camarero te la trae de limón; si eres una persona pasiva te la tomarás sin decir nada; si eres agresiva, le dirás: ´Eres un inútil, mira lo que me has traído´; y si eres asertivo, le comentarás que ha habido un error, sin discutir si tuyo o suyo, y le preguntarás si por favor te puede cambiar el refresco; es decir, defenderás tus derechos sin agredir al otro".
¿Y cómo aprendemos a ser asertivos? "Lo primero es tener claro que tienes ese derecho a decir no, a expresar tus pensamientos; eso significa tener una buena autoestima y consideración hacia ti mismo", indica Anna Forés. Con frecuencia tememos que si priorizamos nuestras necesidades, opiniones y deseos seremos tachados de egoístas, pero decir no cuando lo consideramos justo es una manifestación de responsabilidad, de autoestima y de madurez. Hay cierto consenso en que cuanto más claros tengamos los límites y los valores éticos, tanto propios como ajenos, más fácil nos será decir que no y ejercitar nuestra asertividad. Además, esta es una capacidad ligada al crecimiento cognitivo, al pensamiento secuencial, a la habilidad para buscar alternativas, y puede entrenarse, según explica Joaquim Cabra, psicopedagogo y coautor de diversos programas destinados a trabajar la asertividad y fomentar las habilidades socioemocionales desde el ámbito escolar.
A decir no, por tanto, se aprende entrenándose, ensayando respuestas y técnicas para salir de diferentes situaciones que puedan plantearnos. Los especialistas trabajan con películas, con libros, pero, sobre todo, con los llamados juegos de rol, el ponerse en situación y reflexionar sobre cómo actuaríamos en determinadas circunstancias. Con frecuencia estos entrenamientos, sobre todo en el ámbito escolar, se relacionan con situaciones de riesgo, como método de prevención del consumo de drogas, de la violencia escolar o de género, del abuso de menores… Pero las estrategias que se enseñan y practican son válidas para resolver otras situaciones cotidianas en las que hemos de defender nuestras posiciones y queremos hacerlo con el menor coste emocional posible.
Las opciones son diversas, tanto en complejidad como en finalidad, y cada uno debe elegir la que mejor se adapte a su forma de ser y a las circunstancias concretas. La estrategia más sencilla para decir no y defender nuestra postura es, sin duda, la del disco rayado: negarse a algo y repetir nuestro argumento tantas veces como insista la otra persona, sin alterarnos. Claro que quizá no sea la mejor estrategia si no queremos dañar una relación, porque se corre el riesgo de resultar antipático. Por el contrario, la negociación integradora, el yo gano tú ganas, resultará muy adecuada para resolver conflictos sin rupturas, pero es mucho más compleja y tampoco vale para todas las situaciones. Entre una y otra hay toda una batería de técnicas que van desde recurrir al humor, hasta invertir los papeles, dar una excusa o proponer alternativas, entre otras (véase información de apoyo).
María José Díaz-Aguado enfatiza que tan importante como aprender e interiorizar estas técnicas para decir no es saber cuándo hay decirlo, cuándo utilizarlas, porque tampoco se trata de resistirse a la opinión de los demás por sistema. "Hay que entrenarse para saber tomar decisiones inteligentes, y eso tiene que ver con la ética: uno ha de decir no y resistir la presión cuando dos valores entran en conflicto y hay uno claramente superior, en el que se cree", explica. Y pone como ejemplo la confrontación entre la amistad y la salud, y la supremacía de esta última, para decir no al amigo que te ofrece drogas, o entre el amor y la dignidad para rechazar a la pareja que te coacciona. "Si entiendes por qué has de decir no, el valor que está amenazado, encuentras cómo decirlo", justifica Díaz-Aguado, que ha desarrollado numerosos programas de entrenamiento en estas habilidades desde la Unidad de Psicología Preventiva de la Complutense.
Joaquim Cabra relativiza el éxito de los entrenamientos en asertividad "con supuestos prefabricados", porque cuando se presentan las situaciones concretas, reales, hay factores emocionales que nos condicionan. "En las situaciones que proponemos a los alumnos siempre dan la respuesta esperada, pero cuando luego se plantea la cuestión en el patio o en la calle, no; ensayamos para decir no a una pareja que nos proponga relaciones sexuales sin protección y todo el mundo lo ve muy claro, pero llegado el momento, acceden a esas relaciones porque interviene el factor emocional, el miedo al rechazo, a ser abandonado", ejemplifica.
Por ello los expertos aconsejan entrenar nuestra asertividad con casos lo más reales posibles y ponernos en situación también en lo que se refiere a cómo nos vamos a sentir y a las consecuencias de nuestra negativa. "Tampoco tenemos que ser asertivos al 100% y decir siempre lo que nos molesta; hay que valorar las circunstancias y tomar conciencia de las consecuencias de nuestras acciones; no es lo mismo decir que no a la pareja o a los hijos que en el trabajo; ni pedir a alguien que no fume si ambos estáis de paso en un comercio que si vais a compartir horas de viaje", comenta Anna Forés. Por otra parte, tampoco hace falta ser siempre tajante ni desagradable al decir que no; se puede ser diplomático, pero sin dejar lugar a dudas sobre nuestra negativa ni entrar a justificar nuestras decisiones, porque eso sería tanto como sentirnos culpables por ellas.
Ante cualquier pregunta o solicitud, tan legítimo es decir sí como decir no. En cambio, el primero está mejor considerado, y muchas veces acabamos dando un sí cuando queremos decir no
¿Por qué? ¿Tan difícil es ser fieles a nuestra idea o deseos?
El jefe te encarga una tarea que no te compete y, además, diez minutos antes de que finalice tu jornada. ¡Hoy que habías quedado al salir del trabajo…! Pero en lugar de explicarle que no puedes, aceptas la tarea. Ayer fue tu madre quien te llamó diciendo que se pasaría a última hora por tu casa para enseñarte unas fotos y cenar contigo y, aunque tenías otros planes, quedaste con ella. Anteayer, un amigo te pidió un favor. Era el quinto en el mismo mes, pero volviste a decir que sí. Y el sábado fuiste incapaz de decir que no a tu pareja cuando te propuso salir a cenar y a bailar aunque lo que realmente deseabas era quedarte en casa leyendo. ¿Por qué anteponemos las necesidades y deseos de los otros a los nuestros?
"Por miedo a ser rechazados", responde Anna Forés, profesora de la Universitat de Barcelona y coautora, con Eva Bach, del libro La asertividad (Plataforma). Y es que, aunque tengamos tanto derecho a responder sí como no, el sí está mucho más prestigiado. Desde pequeños nos plantean las preguntas esperando que digamos sí: ¿Hiciste lo que te mandé? ¿Quieres a la abuelita?; y nos transmiten que el no está mal considerado: "Tienes un no para todo", "Siempre dices no, eres un negativo". Todo ello va calando y uno acaba por considerar que hay que decir sí para complacer a los demás y que dar un no por respuesta es contrariarlos y provoca rechazo. Este convencimiento se intensifica en la adolescencia por ser una etapa donde la identidad está muy vinculada a la socialización, al grupo, y se va reafirmando de adultos, de manera que, con mucha frecuencia, cuando uno quiere decir no, acabe diciendo sí o que se sienta mal diciendo no.
"Los humanos tenemos tendencia a la empatía, a sentir lo que sienten los demás, y la activación empática nos lleva a decir que sí, a no contrariar; y esa empatía es beneficiosa si enseñamos también dónde están sus límites, dónde comienza el abuso, dónde acaba la broma y empieza la burla, dónde está el límite del trabajo, dónde de la comida, dónde acaba el amor y empieza el maltrato…", comenta María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Universidad Complutense. "Con frecuencia es más fácil decir que sí porque un no implicaría entrar en conflicto con otra persona y, como son peticiones pequeñas, creemos que no vale la pena", justifica Juan Antonio Moriano, profesor de Psicología Social de la UNED. Y explica que esta situación se da con mucha frecuencia en las relaciones familiares, porque la familia se basa en la reciprocidad de favor por favor, y al no decir no te vas encadenando.
Claro que también hay diferencias culturales, porque hay sociedades más individualistas que otras. "Hay culturas muy colectivistas, donde la persona está al servicio del grupo, como la árabe o la japonesa, y otras más individualistas donde la persona tiene más fuerza y está menos condicionada por las relaciones familiares", apunta Moriano. La asimetría entre el sí y el no en culturas como la japonesa se manifiesta incluso en el lenguaje, con un repertorio más amplio de afirmaciones que de negaciones. "No tenemos muchas expresiones para el no porque no queremos decir no directamente, preferimos utilizar otras maneras, por educación; si el jefe nos pregunta si nos podemos quedar más tiempo en la oficina, nunca diremos que no, lo que explicaremos es que a determinada hora tenemos que estar en otro sitio", explica la nipona Mikiko Tokumatsu, del departamento de Cultura y Exposiciones de Casa Àsia en Barcelona.
Pero también dentro de una misma sociedad hay personas a las que les cuesta más que a otras dar un no por respuesta por miedo a herir al otro, aunque ello suponga hacerse daño a sí mismos. Depende de las habilidades sociales y competencias emocionales de cada uno, especialmente de su grado de asertividad, que es la habilidad para expresar nuestros pensamientos, sentimientos y creencias sin sentirnos culpables y respetando la opinión de los otros. Los psicólogos contraponen a las personas asertivas a las agresivas (las que van exigiendo que las digan que sí) y las pasivas (siempre anteponen los deseos de los otros). Juan Antonio Moriano lo explica con un ejemplo muy gráfico: "Imagina que entras en un bar y pides una Fanta de naranja pero el camarero te la trae de limón; si eres una persona pasiva te la tomarás sin decir nada; si eres agresiva, le dirás: ´Eres un inútil, mira lo que me has traído´; y si eres asertivo, le comentarás que ha habido un error, sin discutir si tuyo o suyo, y le preguntarás si por favor te puede cambiar el refresco; es decir, defenderás tus derechos sin agredir al otro".
¿Y cómo aprendemos a ser asertivos? "Lo primero es tener claro que tienes ese derecho a decir no, a expresar tus pensamientos; eso significa tener una buena autoestima y consideración hacia ti mismo", indica Anna Forés. Con frecuencia tememos que si priorizamos nuestras necesidades, opiniones y deseos seremos tachados de egoístas, pero decir no cuando lo consideramos justo es una manifestación de responsabilidad, de autoestima y de madurez. Hay cierto consenso en que cuanto más claros tengamos los límites y los valores éticos, tanto propios como ajenos, más fácil nos será decir que no y ejercitar nuestra asertividad. Además, esta es una capacidad ligada al crecimiento cognitivo, al pensamiento secuencial, a la habilidad para buscar alternativas, y puede entrenarse, según explica Joaquim Cabra, psicopedagogo y coautor de diversos programas destinados a trabajar la asertividad y fomentar las habilidades socioemocionales desde el ámbito escolar.
A decir no, por tanto, se aprende entrenándose, ensayando respuestas y técnicas para salir de diferentes situaciones que puedan plantearnos. Los especialistas trabajan con películas, con libros, pero, sobre todo, con los llamados juegos de rol, el ponerse en situación y reflexionar sobre cómo actuaríamos en determinadas circunstancias. Con frecuencia estos entrenamientos, sobre todo en el ámbito escolar, se relacionan con situaciones de riesgo, como método de prevención del consumo de drogas, de la violencia escolar o de género, del abuso de menores… Pero las estrategias que se enseñan y practican son válidas para resolver otras situaciones cotidianas en las que hemos de defender nuestras posiciones y queremos hacerlo con el menor coste emocional posible.
Las opciones son diversas, tanto en complejidad como en finalidad, y cada uno debe elegir la que mejor se adapte a su forma de ser y a las circunstancias concretas. La estrategia más sencilla para decir no y defender nuestra postura es, sin duda, la del disco rayado: negarse a algo y repetir nuestro argumento tantas veces como insista la otra persona, sin alterarnos. Claro que quizá no sea la mejor estrategia si no queremos dañar una relación, porque se corre el riesgo de resultar antipático. Por el contrario, la negociación integradora, el yo gano tú ganas, resultará muy adecuada para resolver conflictos sin rupturas, pero es mucho más compleja y tampoco vale para todas las situaciones. Entre una y otra hay toda una batería de técnicas que van desde recurrir al humor, hasta invertir los papeles, dar una excusa o proponer alternativas, entre otras (véase información de apoyo).
María José Díaz-Aguado enfatiza que tan importante como aprender e interiorizar estas técnicas para decir no es saber cuándo hay decirlo, cuándo utilizarlas, porque tampoco se trata de resistirse a la opinión de los demás por sistema. "Hay que entrenarse para saber tomar decisiones inteligentes, y eso tiene que ver con la ética: uno ha de decir no y resistir la presión cuando dos valores entran en conflicto y hay uno claramente superior, en el que se cree", explica. Y pone como ejemplo la confrontación entre la amistad y la salud, y la supremacía de esta última, para decir no al amigo que te ofrece drogas, o entre el amor y la dignidad para rechazar a la pareja que te coacciona. "Si entiendes por qué has de decir no, el valor que está amenazado, encuentras cómo decirlo", justifica Díaz-Aguado, que ha desarrollado numerosos programas de entrenamiento en estas habilidades desde la Unidad de Psicología Preventiva de la Complutense.
Joaquim Cabra relativiza el éxito de los entrenamientos en asertividad "con supuestos prefabricados", porque cuando se presentan las situaciones concretas, reales, hay factores emocionales que nos condicionan. "En las situaciones que proponemos a los alumnos siempre dan la respuesta esperada, pero cuando luego se plantea la cuestión en el patio o en la calle, no; ensayamos para decir no a una pareja que nos proponga relaciones sexuales sin protección y todo el mundo lo ve muy claro, pero llegado el momento, acceden a esas relaciones porque interviene el factor emocional, el miedo al rechazo, a ser abandonado", ejemplifica.
Por ello los expertos aconsejan entrenar nuestra asertividad con casos lo más reales posibles y ponernos en situación también en lo que se refiere a cómo nos vamos a sentir y a las consecuencias de nuestra negativa. "Tampoco tenemos que ser asertivos al 100% y decir siempre lo que nos molesta; hay que valorar las circunstancias y tomar conciencia de las consecuencias de nuestras acciones; no es lo mismo decir que no a la pareja o a los hijos que en el trabajo; ni pedir a alguien que no fume si ambos estáis de paso en un comercio que si vais a compartir horas de viaje", comenta Anna Forés. Por otra parte, tampoco hace falta ser siempre tajante ni desagradable al decir que no; se puede ser diplomático, pero sin dejar lugar a dudas sobre nuestra negativa ni entrar a justificar nuestras decisiones, porque eso sería tanto como sentirnos culpables por ellas.
La espiral del desarrollo
Adaptado de Don Beck YChris Corran. Spiral Dynamics: Mastering Values, Leadership. and Change (Camhridge: Massachusetts: Blackrrell Publishers. 1995).
Los principios de la Spiral Dynamics se han visto provechosamente aplicados al campo de la
reestructuración empresarial, la actividad municipal, la reorganización de los sistemas educativos y la eliminación de las tensiones de los barrios pobres.
La Spiral Dynamics considera que el desarrollo humano procede a través de ocho
estadios generales a los que también denomina memes. (Hay que decir, en este punto, que el término "meme" está siendo hoy en día utilizado con significados tan diversos y contradictorios que, en opinión de muchos críticos, carece de todo sentido.) Como ejemplificaremos a continuación de manera exhaustiva, desde la perspectiva de la Spiral Dynamics, un meme es simplemente un estadio básico del
desarrollo que puede expresarse en cualquier actividad. En opinión de Beck y Cowan,
los memes (o estadios) no son niveles rígidos, sino olas fluidas, solapadas e interrelacionadas que dan lugar a la compleja dinámica espiral del desarrollo de la conciencia. Como dice Beck: «la Espiral no es simétrica sino muy compleja y no
evidencia tanto tipos definidos como mezclas muy diversas. Se trata, más bien, de
mosaicos, redes y combinaciones».`
Beck y Cowan usan nombres y colores diferentes para referirse a los distintos
memes u olas de la existencia. Y aunque el uso de los colores casi siempre asusta,
Beck y Cowan -que, por cierto, suelen trabajar en zonas de graves conflictos racialeshan
descubierto que resulta sumamente útil alejar la mente del color
Figura
La investigación ha seguido confirmando que todos los individuos disponen de la
capacidad potencial de acceder a todos los mentes. En consecuencia, las líneas de
tensión social ya no giran en tomo al color de la piel, la clase económica o el grupo
político, sino del tipo de meme desde el que esté operando la persona. En un caso
concreto, por ejemplo, ya no se trataría tanto de "negro versus blanco" como de azul
versus púrpura o de naranja versus verde, por ejemplo, con la ventaja de que, si bien
el color de la piel no puede cambiar, el nivel de conciencia sí que puede hacerlo.
Como dice Beck: «el foco de atención no se centra tanto en tipos de personas, como
en tipos en las personas».
Los seis primeros niveles son "niveles de subsistencia" y están marcados por
lo que Graves denomina "el pensamiento de primer grado". Luego tiene lugar
una revolucionaria transformación en la conciencia que implica la emergencia
de los "niveles de ser" y del "pensamiento de segundo grado", del cual hay dos
grandes olas. Veamos ahora una breve descripción de las ocho olas, del porcentaje
aproximado de población mundial que se halla en cada una de ellas y de la
tasa de poder social de la que goza.''
1. Beige: Arcaico-instintivo. Se trata del nivel de la supervivencia básica, un
nivel en el que resultan prioritarios el alimento, el agua, el calor, el sexo y la
seguridad y en el que la supervivencia depende de los hábitos y de los instintos.
Apenas si existe yo,diferenciado y la perpetuación de la vida requiere de la
agrupación en hordas de supervivencia.
Se halla presente en las primeras sociedades humanas, en los recién nacidos,
los ancianos, los últimos estadios de quienes padecen la enfermedad de
Alzheimer, los locos que vagabundean por las calles y las masas hambrientas.
(Porcentaje aproximado de la población adulta que se halla en este nivel: 0,1 %.
Tasa de poder que posee: 0%.)
2. Púrpura: Mágico-animístico. Está determinado por el pensamiento
animista y por una extrema polarización entre el bien y el mal. Los espíritus
mágicos pueblan la tierra y a ellos hay que supeditarse apelando a todo tipo de
bendiciones, maldiciones y hechizos. Se agrupa en tribus étnicas. El espíritu
mora en los ancestros y es el que cohesiona a la tribu. Los vínculos políticos
están determinados por el parentesco y el linaje. Parece "holístico" pero, en
realidad, es atomístico ("cada recodo del río tiene su nombre pero el río carece de
nombre").
Se halla presente en la maldición vudú, los juramentos de sangre, el rencor, los
encantamientos, los rituales familiares, las creencias y las supersticiones mágicas de
la etnia. Fuertemente implantado en los asentamientos del Tercer Mundo, las
bandas, los equipos deportivos y las tribus. (10% de la población, 1% del poder.)
3. Rojo: Dioses de poder. Comienzo de la emergencia de un yo ajeno a la tribu;
poderoso, impulsivo, egocéntrico y heroico. Espíritus míticos, dragones, bestias y
personas poderosas. Los señores feudales protegen a sus subordinados a cambio de
obediencia y trabajo. Fundamento de los imperios feudales (el poder y la gloria). El
mundo se presenta como una jungla llena de amenazas y de todo tipo de predadores.
Dominantes y dominados. El yo campa a sus anchas sin cortapisas de ningún tipo.
Se halla presente en el rebelde sin causa, la mentalidad fronteriza, los reinos
feudales, los héroes épicos, los líderes de las bandas, los malvados de las películas
de James Bond, los mercenarios, las estrellas del rock, Atila, rey de los hunos y El
señor de las moscas. (20 % de la población y 5% del poder.)
4. Azul: Orden mítico. La vida tiene un sentido, una dirección, un objetivo y un
orden impuesto por un Otro todopoderoso. Este orden impone un código de conducta
basado en principios absolutistas y fijos acerca de lo que está "bien" y de lo que está
"mal". El acatamiento de ese código y de esas reglas se ve recompensado, mientras
que su violación, por el contrario, tiene repercusiones muy graves y duraderas.
Fundamento de las antiguas naciones. Jerarquías sociales rígidas y paternalistas,
sólo hay un modo correcto de pensar. Ley y orden, control de la impulsividad a
través de la culpa, creencias literales y fundamentalistas y obediencia a una ley
impuesta por un Otro fuertemente convencional y conformista. A menudo asume un
aspecto "religioso" o "mítico" [en el sentido mítico-pertenencia, motivo por el cual
Graves y Beck se refieren a él como nivel "santo/absolutista"], aunque también
puede asumir el aspecto de un Orden o de una misión secular o atea.
Se halla presente en la América puritana, en la China confuciana y en la Inglaterra
de Dickens, en los códigos de honor de la caballería, en las obras buenas y caritativas,
en el fundamentalismo islámico, en las "buenas obras" de los scouts, en el patriotismo
de la "mayoría moral". (40% de la población y 30% del poder.)
5. Naranja: Logro científico. En esta ola, el yo "escapa" de la "mentalidad azul del
rebaño" y busca la verdad y el significado en términos individuales. Es un nivel hipotético-
deductivo, experimental, objetivo, mecánico y operativo (o, lo que es lo mismo,
científico). El mundo se presenta como una maquinaria racional bien engrasada que
funciona siguiendo leyes naturales que pueden ser aprendidas, dominadas y
manipuladas en propio beneficio. Muy orientada hacia objetivos y especialmente (en
Estados Unidos) hacia el beneficio material. Las leyes de la ciencia gobiernan la
política, la economía y los asuntos humanos. El mundo se presenta como una especie
de tablero de ajedrez en el que destacan los ganadores. Alianzas comerciales y
explotación de los recursos de la Tierra en beneficio propio. Fundamento de las
sociedades de estados.
Se halla presente en la Ilustración, La rebelión del Atlas (la novela de Ayn Rand),
Wall Street, la Costa Azul, la clase media emergente de todo del mundo, la industria de
la moda y de la cosmética, la búsqueda del triunfo, el colonialismo, la guerra fría, el
materialismo y el liberalismo centrado en uno mismo. (30% de la población y 50% del
poder.)
6. Verde: El vo sensible. Centrado en la comunidad, en la relación entre los seres
humanos, en las redes y en la sensibilidad ecológica. El espíritu humano debe ser
liberado de la codicia, del dogma y de la división; el respeto y la atención a los demás
reemplaza a la fría razón; respeto y cuidado por la tierra, Gaia y la vida. Establece
vínculos y uniones laterales y es contrario a las)erarquías. Yo permeable y relacional
centrado en redes. Enfasis en el diálogo y las relaciones. Fundamento de las
comunidades de valor (agrupaciones libremente elegidas basadas en sentimientos
compartidos). Toma de decisiones sustentada en la conciliación y el consenso
(desventaja: dilación "interminable" del proceso de toma de decisiones). Presta
atención a la espiritualidad, la armonía y el enriquecimiento del potencial humano.
Fuertemente igualitario, antijerárquico, centrado en valores plurales, en la
construcción social de la realidad, en la diversidad, el multiculturalismo y la
relativización de los valores, una visión del mundo a la que habitualmente se conoce
con el nombre de relativismo pluralista. Subjetivo y centrado en el pensamiento no
lineal; fomenta la cordialidad, la sensibilidad, el respeto y el cuidado por la Tierra y
por todos sus habitantes.
Se halla presente en la ecología profunda, el postmodernismo, el idealismo
holandés, el counseling de Rogers, el cuidado por la salud canadiense, la psicología
humanista, la teología de la liberación, el Consejo Mundial de las Iglesias,
Greenpeace, los derechos de los animales, el ecofeminismo, el postcolonialismo,
Foucault/Derrida, lo políticamente correcto, los movimientos en pro de la diversidad,
los derechos humanos y la ecopsicología. (10% de la población y 15% del poder.)
Con la actualización del meme verde, la conciencia humana experimenta un
verdadero salto cuántico hacia "el pensamiento de segundo grado", un salto que Clare
Graves califica de "avance trascendental" que permite "llegar a profundidades de
significado anteriormente insondables". Dicho en dos palabras, con la emergencia de la
conciencia del segundo grado, el ser humano puede pensar tanto vertical como
horizontalmente (utilizando tanto las jerarquías como las heterarquías), con lo cual
puede abarcar, por vez primera, el espectro completo del desarrollo interno y advertir
la importancia crucial que tiene cada nivel, cada meme y cada ola en la salud global de
todo el proceso espiral del desarrollo.
Así pues, cada ola superior "trasciende e incluye" a sus predecesoras, lo cual quiere
decir que va más allá de ellas (las trasciende), al tiempo que las engloba en su misma
estructura (las incluye). Una célula, por ejemplo, trasciende pero incluye a las
moléculas que, a su vez, trascienden pero incluyen a los átomos. Decir que una
molécula trasciende a un átomo no es decir que las moléculas odien a los átomos, sino
que los aman, los incluyen en su propio entramado, los abrazan, no los marginan. Por
ello cada ola de la existencia constituye un ingrediente esencial de todas las olas
subsiguientes, y todas deben ser, en consecuencia, adecuadamente respetadas e
incluidas.
Además, cada una de las olas puede verse activada o reactivada en respuesta a las
distintas circunstancias que nos depara la vida.'- Así, las situaciones de emergencia
estimulan los impulsos rojos del poder; el caos reactiva el meme azul del orden; la búsqueda
de un nuevo trabajo incentiva los impulsos naranja del logro y el matrimonio y
la amistad pone en marcha el meme verde de la intimidad. Todos los memes, pues,
aportan algo sumamente importante.
Lo que ninguno de esos memes puede hacer, no obstante, es darse plena cuenta de
la existencia del resto de los memes. En consecuencia, cada uno de los memes del
primer grado considera que su visión del mundo es la única adecuada y, por tanto,
reacciona negativamente cada vez que se siente amenazado. Por ello también el meme
azul del orden se siente muy incómodo con la impulsividad roja y con el
individualismo naranja, que el meme naranja del logro considera que el orden azul es
cosa de personas muy rígidas y que la vinculación propia del meme verde es cuestión
de gente muy blanda. El igualitarismo del meme verde, por su parte, no admite
fácilmente la excelencia, el ordenamiento jerárquico de valores, las grandes imágenes
ni nada que pueda parecer autoritario y por ello también suele reaccionar con mucha
virulencia en contra del meme azul, del naranja y de cualquier otro meme posterior al
verde.
Este estado de cosas empieza a cambiar con la emergencia del "pensamiento de
segundo grado", una modalidad plenamente consciente de los estadios interiores del
desarrollo que permite -aunque no lo haga de un modo claramente articulado- dar un
paso atrás y asumir una visión más global. Por ello el pensamiento de segundo grado
reconoce y comprende el papel que desempeñan -y, en consecuencia, la necesidaddel
resto de los memes. Por esta razón la conciencia de segundo grado no sólo piensa
en términos de un determinado nivel sino de la espiral completa de la existencia.
Así, cuando el meme verde comienza a aprehender los muchos y muy diversos
sistemas y contextos que existen en las diferentes culturas, el pensamiento de
segundo grado, que no en vano es conocido también con el nombre del meme
sensible (es decir, sensible a la marginación de los demás) va un paso más allá y, al
advertir los ricos contextos que vinculan estos sistemas plurales, comienza a integrar
los sistemas separados en espirales y holoarquías integrales y holísticas. El
pensamiento de segundo grado, dicho en otras palabras, resulta útil para pasar del
relativismo al holismo o, lo que es lo mismo, del pluralismo al integralismo.
La extraordinaria investigación llevada a cabo por Graves, Beck y Cowan señala
que la conciencia integral de segundo grado se despliega, al menos, a través de dos
grandes olas:
7. Amarillo: Integrador. La vida se presenta como un caleidoscopio de
jerarquías [holoarquías], sistemas y formas naturales cuya prioridad principal gira
en tomo a la flexibilidad, la espontaneidad y la funcionalidad. Las diferencias y
las pluralidades pueden integrarse naturalmente en corrientes interdependientes.
El igualitarismo puede complementarse, cuando es necesario, con grados
naturales de ordenamiento y excelencia, con lo cual el rango, el poder, el estado y
la dependcencia del grupo se ven reemplazados por el conocimiento y la
idoneidad. El orden mundial prevalente es el resultado de la existencia de
diferentes niveles de realidad (memes) y de las inexorables pautas del
movimiento de ascenso y descenso en la espiral dinámica. El gobierno adecuado
facilita la emergencia de entidades pertenecientes a niveles de complejidad cada
vez mayor (jerarquía anidada). (1% de la población y 5% del poder.)
8. Turquesa: Holístico. Sistema holístico universal, holones/olas de energías
integrativas; integra el sentimiento y el conocimiento; múltiples niveles
entrelazados en un sistema consciente." Orden universal consciente y vivo que no
se basa en reglas externas (azul) ni en lazos grupales (verde). Tanto teórica como
prácticamente, es posible una "gran unificación", una TOE. Hay ocasiones en que
desencadena la emergencia de una nueva espiritualidad que engloba la totalidad
de la existencia. El pensamiento turquesa utiliza todos los niveles de la espiral,
advierte la interacción existente entre múltiples niveles y detecta los armónicos,
las fuerzas místicas y los estados de flujo que impregnan cualquier organización.
(1% de la población, 1 % del poder.)
Con menos del 2% de la población en el pensamiento de segundo grado (y tan sólo
un 1 % en el meme turquesa), el pensamiento de segundo grado es relativamente raro
hoy en día y constituye una auténtica "vanguardia" de la evolución colectiva del ser
humano. Beck y Cowan ilustran este tipo de conciencia con ítems que van desde la
noosfera de Teilhard de Chardin hasta la emergencia y expansión de la psicología
transpersonal, las teorías del caos y de la complejidad, el pensamiento sistémico
integral-holístico, las integraciones pluralistas de Gandhi y Mandela afirmando con toda
claridad que se halla en marcha un proceso de actualización de memes todavía más
elevados...
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