Las tragedias de literatura muchas veces reflejan historias cuya narración implica el coraje, el sacrificio y hasta la resignación de tomar decisiones que pueden hacer peligrar hasta la propia integridad. Lo que voy a expresar es simplemente mi historia reciente, un pasaje que ha comenzado con una vuelta a mi país luego de residir en el exterior por más de 8 años, cuando instalamos una ilusión de comenzar un proyecto de negocios en pos de recuperar ilusiones perdidas por banqueros inescrupulosos con el manejo del dinero ajeno. Decidimos el regreso en abril del 2011, con mucho temor dado que dejamos puestos de trabajo y la vida familiar de mis hijas para comenzar una nueva etapa en nuestro bendito país, como expresa un famoso hombre de negocios y periodista.
La primera cara que nos atiende en el consulado de Barcelona y sus asistentes nos explica los trámites aplicados a la ley del retorno a Uruguay, cómo acogernos a los beneficios y llegar luego de realizarlos con las pertenencias y nuestro vehículo del año 1998, ya que me dije que los primeros años serán duros para mantener por la patente y seguros. Ubicar trabajos, vivienda y adaptarnos a todas las vivencias que implican un retorno, una inserción laboral y social, de primera no es fácil pero aceptamos el reto, compromiso y acá estamos como muchos uruguayos que por distintos motivos han vuelto. La llegada es muy linda, llena de trámites e idas y venidas. Muy competentes en Ministerio de Relaciones Exteriores, excelente atención, bien explicado lo pasos que se deben dar, los ministerios de Economía, de Cultura y las oficinas para habilitar los estudios, las reválidas y para poder ingresar las pertenenencias. Visitamos la Dirección de Migraciones donde también nos atienden de manera muy amable y pedimos tres certificados como lo indica RREE, muy contentos terminamos después de 70 días todos los tramites y felices de poder empezar a insertarnos en el nuevo y próspero Uruguay.
El hecho de encontrar sustento económico no es fácil y menos aún con más de cincuenta años lo que lleva, a pesar de mejorar tu currículum con experiencia y distinciones, a que te reciban y oferten un puesto de trabajo. Después de 5 meses recibo la oferta de trabajo que puede ser mi posibilidad de seguridad, estabilidad e ingresos en una empresa que acepta, luego de un curso de preparación, proporcionarme en el futuro un puesto de trabajo. Las exigencias son crear mi propia empresa y facturar los servicios que les prestaremos. Se me pregunta si soy profesional, a lo que respondemos que sí, pero nunca ejercimos y menos usado el título ya que es una carrera corta menos de cuatro años que no reconoce la caja profesional. La carrera, hoy cerrada, solo fue para dos generaciones, 1983 y 1984; solo hay unos treinta profesionales que poseemos este hermoso título avalado por la facultad de Ciencias Económicas. Inmediatamente se me exige estar al día con El Fondo de Solidaridad, que fue creado por la ley Nº 16.524 del 25 de julio de 1994 y constituye una Persona de Derecho Público no Estatal, cuyo destino es financiar un sistema de becas para estudiantes de la Universidad de la República y del nivel terciario del Consejo de Educación Técnico Profesional. La ignorancia de las leyes no justifica que no esté al día, aunque es difícil estarlo viviendo en el exterior al producirse una serie de cambios que sí afectan a mi persona, por lo que realmente desconocíamos esta ley, que además se endureció con distintos cambios sufridos años después de su promulgación.
La verdad es que nunca se me informó respecto a esta ley en ninguna ventanilla y menos en mi regreso en los distintos ministerios y/o reparticiones exigidas por la ley del retorno a Uruguay. Lo que me implica concurrir tarde a la sede del Fondo, donde se aprecia un edificio muy moderno con mucho personal para atender, muy amables y entrenados para ofrecer asesoramiento. La primera impresión muy buena, pero…eran 60 días posteriores a la llegada los que tenía para exonerarme del impuesto por mi tiempo de residencia en el extranjero. Muy a mi pesar y sorprendido se me indica que traiga toda la documentación que ya presenté antes en todos los trámites para demostrar mi vida en el exterior y la historia laboral y una declaración jurada para pedir la exoneración del pago.
A esta altura la empresa no me puede asignar trabajo y menos realizar los trámites ante BPS, DGI y Ministerio de Trabajo para abrir mi propia empresa. La leyes están para cumplirlas y los reglamentos son válidos si cuentan con la aprobación de los organismos que velan por los derechos constitucionales y permiten la libertad que expresa la constitución vigente en nuestro país. El fondo por algo muy solidario expresa que todo adeudo con su institución se refleja en que la empresa que contrata mis servicios profesionales debe pagar por mis deudas. Esto me implica no poder ser aceptado y a esta altura rechazado el recurso presentado, con el mensaje de que fue presentado posterior a los 60 días de llegada al Uruguay. Si bien aceptamos que es real, verdadero y justificado nos obligó a investigar si eso está amparado en una ley tributaria, los recargos abusivos que me exigen por el pago total con moras, interés y otras cosas. Por un error involuntario, debo pagar todo lo que me exigen para poder presentar un comprobante de estar al día y poder trabajar en algo puntual para no perjudicar a la empresa que me contrate mis servicios.
Hoy tome la decisión de poder expresarme en medios de comunicación y en la búsqueda de cambiar algo esto, ya que es imposible poder afrontar, por abuso de poder del Fondo, una deuda que nuestros propios ingresos no son suficientes para pagarla. El estar en el exterior no nos hace más ricos, con más dinero para vivir en Uruguay y menos pagar por capricho un impuesto que ni siquiera hemos generado en los años de residencia en el exterior. Las personas son sujetas de tributación siempre que se genere algo que lo justifique y un impuesto anual no debe tener un plazo de 60 días cuando son infinitos los pasos de inserción laboral.
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